A diario, tiene que enfrentar diversos obstáculos para desplazarse cientos de kilómetros desde su hogar, hasta su zona de trabajo; además de que “se las ve duras” para moverse por la ciudad con su familia.
Una silla de ruedas ha sido su compañera fiel desde ya hace varios años, desde que tiene uso de razón cuando de niño no le pusieron la vacuna contra la polio, alrededor de los 3 años, lo que le ocasionó una discapacidad motriz, y no puede caminar.
Eliseo Ortiz Ortiz, ahora tiene 40 años, y aunque es originario de la Sierra de Oaxaca, desde hace dos años se encuentra ya establecido en Puebla, después de unos ayeres también, viviendo en la Ciudad de México.
Durante una conversación con Síntesis, destaca que desde pequeño ha sido difícil su desarrollo y enfrentar las burlas y desmanes que –lamentablemente- todavía sufren las personas con alguna discapacidad.
“Desde niño y adolescente fue bastante complicado, porque no existían lo que ahora le llaman los Derechos Humanos, ni la inclusión ni nada de eso, entonces siempre convivir con eso, pero con el tiempo me fui soltando poco a poco, pero tienes que trabajar mentalmente porque tienes que ser fuerte mentalmente”, destacó.
Recuerda, incluso, que en la escuela no existían las adaptaciones para los niños con discapacidad, entonces tenía que competir con sus compañeros por igual, y no como ahora, que ya les ponen sus baño especial o elevadores, “por esa razón fue triple trabajo salir adelante”.
Falta apoyo
Eliseo labora en una empresa de seguros en la zona de Lomas de Angelópolis, lugar que califica como un área de confort y relativamente moderna, sin embargo, en esa parte de la capital no hay adaptaciones para personas con discapacidad.
Los desplazamientos en el área le han costado, y aun más el traslado cuando tiene que regresar a su casa ubicada en Los Héroes, Puebla; aunque a veces algunos compañeros de trabajo lo apoyan al trasladarlo en su carro, en la mayoría de las veces se tiene que ir sólo.
Anteriormente, tomaba el transporte de la línea Periférico, el cual, además, tenía una rampa para personas con discapacidad; era incluyente, pero después quitaron las unidades.
Más adelante, cuando construyeron la ciclovía sobre Periférico, lo vio como una forma de desplazarse hasta su hogar, como una buena oportunidad. En un inicio se hacía dos horas; debido a la práctica, ahora se hace por lo mucho 1 hora y media en recorrer toda la pista.
“Al principio si me costó, porque está retirado, pero con el tiempo me acostumbré, aun así no deja de ser cansado cuando es más tiempo, tres días bien, al cuarto día ya es súper cansado”, detalla.
Agradece el respaldo
Actualmente, Eliseo vive con su esposa y sus tres hijas; familia que lo ha apoyado incondicionalmente; “ellas están conmigo siempre, me respaldan, sólo es cuestión de irse adaptando”.
Pese a todos los obstáculos, el señor precisó que está contento en la ciudad de Puebla, pues la gente es muy solidaria, “entonces ya tengo una hija que nació aquí, entonces creo que aquí ya nos quedamos (risas)”, relató.