Man kann den Kalten Krieg nicht verstehen ohne die Teilung Deutschlands nach dem Zweiten Weltkrieg, mit dem zwei Staaten gegründet wurden: die Bundesrepublik Deutschland (BRD) und die Deutsche Demokratische Republik (DDR). Dies war das deutlichste Beispiel für die ideologische Trennung, die die Bipolarität ausmachte.

Der Antagonismus spiegelte sich in der Hallstein-Doktrin wider, die die Rolle der BRD als einziger Vertreter Deutschlands vergegenwärtigte.

Auf der anderen Seite, die Ostpolitik, die der sozialdemokratische Kanzler Willy Brandt (1969-1974) praktizierte, brachte die RFA aber auch dem östlichen Teil Europas näher, einschließlich des RDA-Pendants. Auf diese Weise begann die Entspannung und der Dialog ersetzte den Konflikt. Die Ostpolitik wäre für den Fall der Mauer im Jahre 1989 unerlässlich.

Wenn man über die Außenpolitik spricht, identifiziert man bestimmte Doktrinen, die das Handeln einer Regierung in diesem Bereich prägen. Die jüngste Rede des deutschen Außenministers Sigmar Gabriel auf der Münchner Sicherheitskonferenz wird daher einige Schlüsselelemente hervorheben, die zweifellos einen neuen Typus von «Gabriel-Doktrin» bilden.

Erst hob der Außenminister die Rolle Deutschlands als wesentlichen Akteur für Global Governance hervor. In einem Argument – mehr direkt als indirekt – gegen die USA, wies er darauf hin, dass Deutschland mit etwa 70 Milliarden Euro pro Jahr zu internationalen Verteidigungsorganisationen wie der NATO nicht beiträgen würde. Auch war seine Position in Bezug auf seinen (ehemaligen?) amerikanischen Verbündeten klar: Misstrauen. Die Trump-Regierung überzeugt die Deutschen nicht, die nicht mehr wissen, ob ein Tweet des Präsidenten, der Rücktritt hoher Beamter oder die russische Verschwörung die USA von einem hundertjährigen Diskurs über Menschenrechte und globale Verantwortung isolieren werden.

Am anderen Ende, identifizierte Gabriel die Feinde, die genau beobachtet werden müssen: China und Russland. Der chinesische Vorschlag für ein alternatives Modell, «das nicht auf Freiheit, Demokratie und Menschenrechten beruht», bedroht die vorherrschende Ordnung seit dem Ende des Kalten Krieges. Daher hielt er es für wichtig, enger mit seinen westlichen Verbündeten zusammenzuarbeiten, um beide Mächte zu enthalten.

Der wichtigste Teil seiner Rede konzentrierte sich auf die gemeinsame europäische Außenpolitik. Angesichts der Herausforderungen, vor denen Europa und die Welt in den letzten Jahren standen, hielt er es für dringend notwendig, effiziente Mechanismen zu schaffen, die eine starke europäische Außenpolitik ausmachen.

Kissinger-Style, Gabriel sagte, dass die Ambitionen der Macht den internationalen Kontext verletzen, so dass Europa, gepaart mit dem Misstrauen gegenüber den USA, sicherstellen muss, dass Menschenrechte und Demokratie in der Welt respektiert werden.

 

Daraus wird gefolgert, dass Deutschland und Europa zweifellos eine fundamentale Rolle spielen werden. Obwohl das gut klingt, müssen wir realistisch sein und verstehen, dass die Gestaltung einer gemeinsamen europäischen Außenpolitik voller Hindernisse und fehlgeschlagener Versuche gewesen ist. Es lohnt sich zu sehen, ob die Gabriel-Doktrin ihre europäischen Kollegen infiziert, um eine starke und essentielle EU für die internationale Sicherheit zu erreichen.

 

 

AHORA POR FAVOR EN ALEMÁN!

De la Doctrina Hallstein a la Doctrina Gabriel

Alfonso Figueroa Saldaña

No se puede entender la Guerra Fría sin la división de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, con la cual se establecieron ambos Estados: la República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA). Esto constituyó el ejemplo más palpable de la división ideológica que conformaba la bipolaridad.

El antagonismo se vio reflejado en la Doctrina Hallstein, la cual reivindicó el papel de la RFA como el único representante de Alemania.

Empero, otra doctrina, la Ostpolitik, practicada por el canciller socialdemócrata Willy Brandt (1969-1974), acercó a la RFA a la Europa Oriental, incluida su contraparte RDA. De esta forma, la distensión comenzaba a darse y el diálogo sustituía al conflicto.  La Ostpolitik sería fundamental para la caída del muro en 1989.

Cuando se habla de política exterior, se identifican ciertas doctrinas que van moldeando las acciones de un gobierno en este rubro. De ahí que el reciente discurso del Ministro de Relaciones Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, puntualizara algunos elementos clave que sin duda conforman un nuevo tipo de Doctrina Gabriel.

Para empezar, el Ministro de Exteriores destacó el papel de Alemania como un actor imprescindible para la gobernanza global. En un argumento – más directo que indirecto – dirigido a Estados Unidos, señaló que Alemania no contribuiría a los organismos internacionales de defensa como la OTAN, con unos 70 mil millones de euros al año. Asimismo, su posición fue clara con respecto a su (ex?) aliado norteamericano: Desconfianza. La administración de Trump no convence a los alemanes, que ya no saben si un tweet del presidente, la dimisión de altos cargoso la trama rusa, terminarán por aislar a EEUU de un discurso centenario de derechos humanos y responsabilidad global.

Por otro lado, Gabriel identificó a los enemigos que hay que vigilar muy de cerca: China y Rusia. La propuesta china de un modelo alternativo, «no basado en la libertad, democracia y derechos humanos», amenaza el orden imperante desde el fin de la Guerra Fría. Por ello, consideró importante cooperar más de cerca con sus aliados occidentales para contener a ambas potencias.

La parte más importante de su discurso se centró el la política exterior común europea. Ante los retos que han enfrentado Europa y el mundo en los últimos años, consideró impostergable la conformación de mecanismos eficientes que compongan una política exterior europea fuerte.

Al estilo Kissinger, Gabriel aseguró que las ambiciones de poder vulneran el contexto internacional, por lo que, aunado a la desconfianza hacia EEUU, Europa tiene que asegurarse de que los derechos humanos y la democracia sean respetados en el mundo.

A partir de esto se infiere que Alemania y Europa jugarán sin duda un papel fundamental. Aunque esto suene bien, hay que ser realistas y entender que la conformación de una política exterior común europea se ha visto llena de obstáculos e intentos fallidos. Vale la pena ver si la Doctrina Gabriel contagia a sus contrapartes europeos para lograr una UE fuerte y esencial para la seguridad internacional.

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