Con un elenco conformado por Luwdwika Paleta, Andrés Zuno, Hamlet Ramírez y Montserrat Marañón, se presentó en Puebla con dos funciones la obra “Los hijos también lloran”, llevando a la audiencia a un entrañable viaje a la década de los 80, de la mano de un hombre que busca algún sentido ente su vida y la muerte de su padre.
La sede fue el teatro del Complejo Cultural Universitario (CCU), cuyo escenario se llenó de elementos de la época, desde roperos y televisiones, hasta música, sin olvidar el vestuario de los actores, con colores llamativos y peinados esponjados, en una historia que da saltos de secuencia a través de la narración que va haciendo Zuno.
Todo, con el objetivo de encontrar la verdadera razón de la muerte, que ocurrió cuando él tenía 5 años y su madre, encarnada por Paleta, 24. “Mi papá no estaba enfermo”, le protestó el niño a la madre cuando ella le dio la noticia. “A veces la gente también muere en accidentes”, replicó la mujer ante la incredulidad del pequeño.
Pero, ¿qué es un accidente?, ¿se fue al cielo?, ¿cómo se muere la gente?, ¿porqué se muere la gente?, son dudas que asaltan al pequeño y es que a sus cinco años la muerte no tiene sentido, a sus cinco años “la vida es mejor cantando”, dice en su diálogo haciendo alusión a aquel tema de Timbiriche, agrupación que empezaba su ascenso en esos años.
“Los hijos también lloran” está basada en un libro homónimo, escrito por Andrés Zuno de manera autobiográfica y que al lado de Ximena Escalante, adaptó al teatro para compartir con el público que, en uno u otro momento se ve identificado con algún personaje, o con momentos de la cultura de aquel entonces, pero también con sucesos históricos como el sismo del 19 de septiembre de 1985, cayendo finalmente en la reflexión de que la vida es ahora y hay que disfrutarla.