Andrés Manuel López Obrador se ha adelantado a su tiempo. No ha tomado posesión y ya está sufriendo los problemas de un país que ha estado al borde del colapso económico, de la violencia incontrolable y de la anarquía de una clase política que ha hecho de la corrupción su forma de vida.
Desde que ganó las elecciones el pasado primero de julio, López Obrador ha tenido una actitud como si gobernará, decidiendo e instruyendo sobre lo que hay que hacer antes de que jure como Presidente de la República.
El Presidente electo ya padece un desgaste innecesario. En el afán de cambiar las cosas, Andrés Manuel ya logra acaparar críticas como si ya gobernara.
Así ha pasado del elogio a la administración de Enrique Peña Nieto, hasta declarar que el país está en quiebra económica, por lo que se le imposibilitará cumplir con sus promesas.
Buscar decidir cuando aún no es su tiempo, podría provocar que López Obrador asuma su Presidencia con negativos.
Si bien en algunas encuestas la popularidad de Andrés Manuel ha subido hasta un 71 por ciento de aceptación, también el próximo Presidente ya ha tenido señalamientos sobre errores en sus políticas y hasta en su accionar.
Algunos sectores sociales ya hablan de decepción después de escuchar que no se bajará el precio de la gasolina, que se reducirán salarios y que no saldrá el ejercito de las calles.
Todas estas medidas que ya responden a una decisión de gobierno y no de un candidato eterno que siempre sabía tener contento a sus seguidores.
Todos quienes han llegado a gobernar lo han reconocido, el poder desgasta y López Obrador aún no lo tiene, por lo menos constitucionalmente, pero ya está conociendo lo que significa desgastarse por medidas impopulares pero necesarias.
Si bien he criticado su indefinición en el caso del aeropuerto internacional de la Ciudad de México, en especial supeditarla a una consulta popular sin tomar la decisión basada en informes y proyecciones técnicas, también debo reconocer que no ha sido irresponsable al anunciar medidas que desestabilicen la economía y la política nacional.
He denunciado la inmadurez de querer viajar en línea comercial y vender el avión presidencial, pero también he reconocido que su triunfo puede generar un verdadero cambio en México.
Sin embargo, considero un error que aliente el desgaste con declaraciones que ya no caben en un Presidente electo.
En estos días, López Obrador hace una gira de agradecimiento por su triunfo en los pasados comicios presidenciales. En los estados que ha visitado ha mezclado al Andrés Manuel candidato eterno, con el futuro gobernante del país.
En los mítines, hace críticas profundas al sistema y cuando se reúne con los gobernadores en turno, decide como si ya tuviera las riendas del país.
Andrés Manuel debe de mantenerse ya en lo que es: el Presidente electo. El traje del candidato eterno debe de jubilarse. Debe de esperar su tiempo y ya con el cargo constitucional gobernar, decidir y responsabilizarse de un país que espera un cambio, pero no está dispuesto a decepcionarse.
@PedroFerriz
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