El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) debería saber que la campaña electoral concluyó. De hecho, alguien debe decirle que ya es presidente de la República, una nación constituida por un Pacto Federal por las entidades F e d e r a t i v a s.
Si lo supiera, tal vez no habría hecho las temerarias, incendiarias, groseras, inconvenientes e inadecuadas declaraciones en su errática conferencia de prensa de la mañana de ayer con respecto de lo ocurrido en la ceremonia luctuosa con los restos presentes de Martha Erika Alonso, Rafael Moreno Valle, Roberto Coppe Obregón, Marco Antonio Tavera Romero y Héctor Baltazar Mendoza.
Porque son expresiones claramente que polarizan en una situación de por sí enardecida, después de al menos siete meses de confrontaciones entre la “derecha” conservadora –que no lo es tanto- y la “izquierda progresista” –que tampoco lo es- que propició una profunda división social.
Lo que cualquier ciudadano de un estado donde ha muerto la titular del Ejecutivo esperaría al menos serían mensajes de duelo, de solidaridad y que abonen en la unidad y la armonía social ante inevitables procesos de preparación de una nueva elección.
Es decir: los presidentes de los países no deben expresar lo que piensan porque no están platicando con los amigos en un bar. Deben expresar lo que sume a la estabilidad de su país. Porque lo que opine el presidente no es la opinión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sino la opinión del titular del poder Ejecutivo del país. Eso es algo que me queda claro no le ha quedado claro al mandatario.
Buena dosis de diplomacia, de caballerosidad y de recato le vendrían bien al presidente, quien por defenderse a sí mismo, a su gobierno y a la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, aseguró según la nota de mi compañero Renan López, corresponsal en la capital del país: “Los adversarios, son grupos neofascistas que están muy enojados por el triunfo de nuestro movimiento y tratan de mancharnos, de afectarnos”.
“Hay un grupo muy mezquino que en redes sociales comenzaron a hablar de la responsabilidad del gobierno que represento, por eso hubo expresiones de respuestas en el acto que se hizo en Puebla en contra de la Secretaria de Gobierno (Olga Sánchez Codero)”, lamentó AMLO.
De hecho, aseveró que no acudió a las exequias de las víctimas por el clima “mezquino” que crearon los conservadores de siempre y consideró actuar de manera prudente y no caer en ninguna provocación.
Señor presidente, otra vez lo digo: no puede encender la pradera con la gasolina del rencor, del odio, de una visión parcial y partidista cuando ¡AMLO YA ES PRESIDENTE!
Sobre todo porque quien las hace no las consiente.
Fue Morena uno de los principales impulsores de la versión de que el Estado, el gobierno, fue quien ultimó a los estudiantes de Ayotzinapa, cuando gobernaba Peña Nieto. Y son ahora, los de Morena en el gobierno federal, quienes critican que en redes sociales –posturas que no comparto, debo aclarar- les culpen del trágico episodio.
Me queda claro que no tienen la culpa, pero sí, igual que Peña Nieto, son culpables de reaccionar indebidamente, equivocadamente, e incluso, de una manera agresiva en contra de sus “adversarios”. Señor presidente. Le informo que quienes organizaron la ceremonia luctuosa no fueron los líderes “neofascistas del PAN” sino los integrantes del gobierno del estado. Y al calificarlos de “neofascistas” y “mezquinos” no se da cuenta de que está poniendo de nueva cuenta un calificativo a un ámbito de gobierno: al estatal de Puebla, que por cierto le recuerdo que es autónomo y junto con el resto de entidades federativas forma parte de la República que usted debe dirigir con ecuanimidad, con unidad.
Ojalá algún día le caiga el veinte (y no sea demasiado tarde).
Gracias y nos leemos la próxima.
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