En este mes de diciembre solemos experimentar sentimientos encontrados. Nos sentimos felices por haber transcurrido un año más de vida pero a la vez nostálgicos por lo que hubiéramos querido que ocurriera, ya sean logros a nivel familiar, laboral o personal y que por algún motivo no pudieron ser.
En este punto es donde nos toca ponernos a reflexionar sobre lo que hicimos o dejamos de hacer para que aquello que sentimos que nos faltó no se concretara. Para enriquecer esa reflexión creo que valdría la pena leer un cuento de Jorge Bucay, llamado “El roble y la enredadera”, que nos habla acerca de las opciones que tenemos en la vida. Les platicaré la historia:
Este cuento nos habla de dos raíces que fueron plantadas al mismo tiempo, es decir, las mencionadas en el título y de cómo se van desarrollando a lo largo del tiempo. Por un lado, está la raíz de la enredadera, que empezó rápido a reproducirse y crecer hasta lo más alto de las paredes de una mansión y por el otro la del roble, que aunque con lentitud, desde sus inicios se fue plantando firmemente dentro de la tierra y que a pesar de que en apariencia crecía muuuuy lentamente, sus raíces se iban fortaleciendo cada vez más.
La enredadera siempre se burlaba del roble porque a diferencia de ella que desde las alturas podía ver todo el esplendor del sol y del paisaje, el árbol permanecía inmóvil y en apariencia casi sin cambio alguno, sin poder disfrutar de nada. Ante esto el roble le respondía que era mejor crecer lentamente pero echando raíces fuertes, que apurar el tiempo y la madurez pero con raíces débiles, pero la enredadera nunca le hacía caso y se continuaba burlando, hasta que un día, todo cambió.
Una noche hubo una terrible tormenta durante la cual la enredadera luchó con toda la fuerza que sus pequeñas y frágiles raíces le podían conferir para tratar de aferrarse a las paredes, mientras que el árbol soportaba de mejor manera los embates del viento y de la lluvia. En la mañana, cuando el vendaval había parado, los jardineros encontraron a la enredadera tirada a los pies del roble y le prendieron fuego, mientras que el árbol continuaba en pie con todo su esplendor, a pesar de que aún no alcanzaba toda su altura.
¿Qué nos quiere decir el autor con esta historia? ¿Qué les quiero decir yo con ella? Que para alcanzar nuestras metas, primero debemos tener la solidez necesaria en nuestras vidas y esto implica hablando metafóricamente, tener fuertes raíces de nuestras emociones, sentimientos, actitudes, valores, virtudes, aspiraciones y aptitudes, porque si no las tenemos, todos los intentos que hagamos para alcanzar nuestra cima personal y poder apreciar el paisaje de la recompensa, se vendrán abajo ante la primera tormenta.
Creo que a la par de ponernos a hacer una lista sobre propósitos de Año Nuevo, debemos hacer una sobre lo que nos hace falta internamente para lograrlos, porque de poco sirve decir como cada Enero: “este año sí haré dieta; haré ejercicio; dejaré de fumar; este año sí ahorro; seré mejor persona; este año si me ascienden” etc. etc., si nuestra raíz emocional inicia débil y en modo tambaleante, así que primero deberíamos trabajar en hacer más fuerte a nuestra voluntad, a sentirnos más seguras de nosotras mismas y a no dudar de que si nos proponemos algo, de verdad lo lograremos, porque si nosotras no nos lo creemos, aunque estén a nuestro alrededor todos los elementos para alcanzar nuestros objetivos, nunca los conseguiremos.
Así que en vez de iniciar el 2019 cumpliendo nada más por cumplir con nuestra lista, mejor vayamos de a un propósito, echando la raíz de cada uno de manera firme para que perdure el resto del año y se mantenga en los demás que están por venir.
Y creo que como propósito principal, todas las mujeres debemos hacernos el más firme de todos los propósitos, es decir, el de no permitir ningún tipo de violencia en nuestras vidas, ni un solo día del año siguiente ni de ningún otro. Así que amigas lectoras, optemos por ser roble en vez de enredadera.
Feliz Año y un sincero abrazo. Arianna Cos
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