Los hongos de las especies Candida albicans, Candida glabrata, Candida parapsilosis, Candida tropicalis tienen como huésped a los seres humanos y suelen afectar áreas como la vagina, genitales, esófago y piel. Cuando bajan las defensas del sistema inmune de su hospedero es cuando éstas se fortalecen y atacan al paciente, causándole candidiasis, una enfermedad recurrente e invasiva, muy difícil de erradicar porque las células patógenas son muy resistentes a tratamientos antifúngicos.
Hallar una “bala mágica”, como le llama el doctor Everardo López Romero, que ataque justo en el blanco a estos patógenos, directo al organismo causante de la enfermedad y que no deteriore aún más la salud del humano convaleciente es el sueño de los microbiólogos, incluido el investigador del Departamento de Biología de la Universidad de Guanajuato.
El bioquímico se ha dedicado por cuatro décadas a buscar moléculas o proteínas antigénicas presentes en la superficie de los organismos que puedan servir como un blanco para el diseño de drogas antimicrobianas. Comentó que su grupo de investigación encontró la glicoproteína superficial Gp70 que participa en la adhesión de la cándida a las glucosas ubicadas en el epitelio vaginal y que producen la enfermedad.
Esta aportación fue publicada en la revista Medical Mycology, su entonces estudiante de doctorado Estela Ruiz Baca aisló, purificó y demostró la adhesión de la glicoproteína Gp70 de la cándida en células humanas, por lo que tuvo un fuerte impacto en la literatura y hoy en día muchos laboratorios alrededor del mundo trabajan con dicha molécula, siendo investigadores en Brasil quienes han realizado varios estudios más detallados de este antígeno.
Las candidiasis pueden ser orales, produciendo inflamación en el esófago; mientras que las candidiasis vaginales, genitales y de piel ocasionan erupción, picor y una secreción blanquecina espesa; la concerniente al tracto genitourinario es las que más ha trabajado López Romero y su grupo de investigación.
“Las cándidas o monilias son patógenos oportunistas, ya que cuando bajan las defensas inmunitarias se pegan en las mucosas y generan problemas de salud, al grado que pueden ocasionar la muerte de un paciente al convertirse en candidiasis invasiva. Por ejemplo, en pacientes con cáncer, SIDA, en casos graves de alcoholismo y tabaquismo es muy común. Muchos pacientes terminales fallecen de candidiasis porque sus defensas se van al piso”, explicó el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
La proteína Gp70 es interesante porque tiene residuos unidos de azúcar muy comunes en la superficie de los organismos que funcionan como adhesinas; es decir, participan en procesos de adhesión a células procariotas. “Si uno es capaz de interrumpir el proceso de adhesión de un patógeno a un tejido está en posibilidades de suspender la infección”, añadió el científico.
Desarrollar un suero anti-Gp70 que bloquee la adhesión del hongo a las células epiteliales evitaría la progresión de la candidiasis y es hacia donde se dirigen las investigaciones actuales, puntualizó el fundador hace 40 años del Departamento de Biología, antes llamado Instituto de Investigación en Biología Experimental.
Una vida dedicada a la investigación
El químico farmacobiólogo comentó que su gusto por la microbiología nació cuando cursaba la licenciatura en la Universidad de Sonora de 1964 a 1969, al grado que el profesor de dicha asignatura antes de retirarse le dejó su cargo cuando aún era estudiante. El mundo microbiano le pareció fascinante, aunque “me interesó también la medicina, pero mi familia era muy pobre y no me podía apoyar para estudiar en Guadalajara o en la Ciudad de México, así que me decidí por una carrera que fuera afín a la medicina”.
Originario de Hermosillo, Sonora, Everardo López Romero relató que fue un niño campesino, su padre de origen yaqui y su madre de ascendencia mayo no tuvieron oportunidad de estudiar más allá de la primaria, así que a él le tocó abrirse camino solo en el mundo académico, convencido de que podía ganarse la vida haciendo investigación. “No quise comprometerme con ningún trabajo porque a pesar de tanta necesidad no quería encariñarme con el dinero, aunque fuera poquito”.
Estudió el doctorado en microbiología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Poco después fue maestro en la recién creada Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, pero no duró mucho ahí porque solo daba clases. Gracias a su director de tesis José Ruiz Herrera se incorporó al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, unidad Zacatenco, por cuatro años en el Departamento de Genética y Biología Molecular.
En 1979, este mismo profesor lo invitó a irse a vivir a Guanajuato para fundar juntos un instituto de investigación en biología experimental, cumpliendo así uno de sus grandes anhelos: hacer investigación pues, dijo, es su pasión el conocimiento de procesos básicos del metabolismo de microorganismos en cuanto a rutas metabólicas, enzimas que participan en reacciones importantes y búsqueda de proteínas.
“Los mecanismos —dijo— que utilizan organismos patógenos para infectar e invadir un huésped son increíbles. La lucha que se establece entre el organismo y la víctima del ataque es un campo de batalla”.
Por sus años de entrega y compromiso, en 2013 la Universidad de Guanajuato le otorgó el doctor honoris causa por sus contribuciones a la docencia, la investigación y la formación de recursos humanos de alto nivel en bioquímica, microbiología y micología, lo mismo que sus aportaciones al avance del conocimiento. En la actualidad, el microbiólogo continúa haciendo investigación básica e imparte clases pues además de disfrutarlo es uno de sus compromisos más importantes, confió.