Nicolás Bravo. A 113 kilómetros de la ciudad de Puebla, se ubica el municipio de Nicolás Bravo, el cual está considerado como la puerta de entrada a la Sierra Negra y tiene como principal actividad económica la agricultura, siendo el cultivo del maguey uno de los más representativos; no obstante, aún cuando es apreciado por sus diversos usos y propiedades, no ha sido aprovechado en todo su potencial.
Al respecto, productores de esa zona revelaron que están buscando que se revalore y promocione el pulque: bebida tradicional originaria de Mesoamérica y extraída de la fermentación del aguamiel o jugo del maguey, cuyos antecedentes se remontan a la época prehispánica en que -se sabe- se organizaban notables fiestas en honor de Mayahuel: diosa del pulque.
En el municipio, que cuenta con una junta auxiliar (Azumbilla) y 10 localidades en total, ya opera una planta procesadora de pulque, con capacidad de producción de 10 mil litros por semana, misma que beneficia a 639 productores de nueve municipios circunvecinos.
El pulque era usado en ceremonias principalmente por los sacerdotes y su nombre en la antigüedad era “ixtac octli” o licor blanco, actualmente, es una deformación española de “octli poliuhqui” o licor, término náhuatl descompuesto para referirse al pulque demasiado fermentado.
En este contexto, se dio a conocer que el maguey fue domesticado y cultivado por los indígenas desde aproximadamente 7 mil años antes de Cristo, siendo en la época prehispánica cuando alcanzó su máximo esplendor.
Esa planta, además de exótica y productiva, es medicinal, se utiliza como comida, bebida y fibra, evita la erosión de los suelos y sirve como combustible y para la construcción de habitaciones. La disposición abanicada y acanalada de sus hojas de cara al cielo le permite captar el agua de la lluvia y regarse por si solo.
De sus hojas se descubren propiedades curativas para males de orina, llagas, mordedura de víbora, desórdenes gastrointestinales, falta de apetito, debilidad y enfermedades del riñón.
Asimismo, sirve “de cerca” para los sembradíos, “de viga” para los techos de las chozas e incluso “de tejas”. De sus hojas también se sacaba papel, hilo, aguja, vestido, calzado y sogas, y con su abundante jugo se hacen vinos, miel, azúcar y vinagre.
Es así que tomando en cuenta que en la actualidad la perdida de los suelos merma la obtención de alimentos y aumenta los costos de producción de los cultivos agrícolas, en esta planta se puede tener un valioso recurso, por su viabilidad y fácil adaptación a climas calurosos y con poca disposición de agua.