Tehuacán.- La elaboración de cobijas, cobertores, cotones y rebozos con telar de cintura y bordados a mano, cuya técnica se remonta a la época prehispánica, es una tradición que aún se conserva en Coyomeapan, municipio enclavado en el corazón de la Sierra Negra.

Ahí, todavía son varias las familias que usan el telar de forma artesanal para crear durables, vistosos y finos tejidos de lana pura de borrego de colores naturales: blanco, negro o café, explicó la artesana, Evelia Temoxtle Mendoza, originaria de San Isidro Tepetzintla, Santa María del Monte, población ubicada a casi tres  horas de la ciudad de Tehuacán.

Mito, magia y realidad

Según la tradición oral, el tejido es un don, dado a las mujeres por la diosa de la luna “Ixchel”, quien les regaló los telares de cintura. En Mesoamérica, eran del dominio de la mujer hasta la introducción del telar de pedal, hecha por los españoles en el siglo 16.

Hoy en día, el telar de pedal acapara la producción textil y es utilizado sobre todo por los hombres; no obstante, las mujeres siguen tejiendo en el telar de cintura precolombino cuando no se dedican a sus quehaceres domésticos.

El telar es la herramienta que se emplea para tejer con hilo u otras fibras, entrelazando dos conjuntos de hilos dispuestos en ángulo recto, los longitudinales se conocen como urdimbre y los transversales como trama.

Testimonio

Doña Evelia relató que en su tierra son muchas las personas que manejan el telar de cintura, sobre todo para el tejido de cobijas y cotones, en que una vez teniendo la materia prima, se cepilla la lana, se forman copos y se hila con rueca manual, se “tuerce” con un malacate, luego se urde y se teje.

Para hacer una cobija se requieren seis kilogramos de lana y, dependiendo de la práctica, estimó que se lleva unos quince días de trabajo, en tanto que para un cotón se tarda de tres a cuatro días. Esto, dijo, “se hace en ratitos”, porque “es muy cansado” y conforme se avanza “pesa más el tejido”. Por eso su precio es alto: una cobija llega a costar hasta 2 mil pesos.

Otro problema es que se batalla mucho para vender el producto, casi no hay mercado y tenemos que salir a ofrecerlo hasta Boca del Monte, Vista Hermosa, San Antonio Cañada, Rancho Nuevo, Teotlalco y/o Tehuacán”, además, “lo que se gana es muy poco, apenas alcanza para medio comer”, se quejó.

Ésta, subrayó, es una actividad ancestral que a nivel familiar se ha transferido de generación en generación, de ahí que lamentó que no haya apoyo ni interés por parte de las autoridades municipales, estatales y federales para impulsar este arte.

Actualmente, el telar mecánico convencional está considerado como arcaico e ineficaz, lo que ha llevado a desarrollar otros más modernos como los telares sin lanzadera que permiten insertar hasta mil 500 hilos de trama por minuto; sin embargo, no son accesibles para la población en general por el factor económico.

Procedimiento básico

Según información recopilada, el proceso básico de tejido es pasar los hilos de la urdimbre alternadamente por encima y por debajo de los hilos de la trama.

Aunque tejer con el telar de palitos no es tan rápido como con el de pedal, las partes del telar son baratas y el telar es portátil. En el telar de palitos la urdimbre se estira entre un respaldo y el cuerpo de la tejedora.

El mecapal pasa detrás de la espalda de la tejedora y se amarra a los dos extremos de la varilla de tela. Un cordón se amarra a los dos extremos de la varilla superior de la urdimbre y se enlaza a un respaldo. El telar es portátil, pero fatigoso de operar porque la tejedora constantemente tiene que ajustar y mantener la tensión de la urdimbre.

La urdimbre, que está amarrada a dos barras del telar, debe ser fuerte para mantener la tensión. Una varilla de lizo está amarrada a cada dos urdimbres. Cuando la varilla de lizo se levanta, se forma una apertura de calada, dejando pasar por la apertura el hilo de la trama. Se quita el batidor (pala), al mismo tiempo que la tejedora se inclina un poco hacia el frente y levanta la barra del lizo con una mano mientras empuja hacia abajo con el batidor sobre las urdimbres con la otra mano para crear la otra calada.

La tejedora se inclina hacia atrás causando una tensión que hace que los hilos de la urdimbre estallen arriba entre los lizos, formando la apertura de la otra calada mientras descansan sobre el rollo de la calada. Un batidor empuja la trama para abajo, luego se pasa otra trama por la apertura nueva de la calada. La tejedora se inclina para adelante mientras levanta la barra del lizo y se repiten las acciones.

Las tejedoras usan el dedo índice y el pulgar de una mano para separar las urdimbres y los dedos correspondientes de la otra mano para meter repetidamente la trama suplementaria de anverso a reverso o de reverso a anverso a través de la fila.

El telar manual está montado sobre un bastidor que proporciona el soporte que se requiere para sostener las partes móviles con los hilos de la urdimbre paralelos con respecto al suelo. En la parte posterior del telar se encuentra un cilindro en el que se enrollan los hilos de la urdimbre para mantenerlos tensos.

El cilindro se gira a medida que se teje para disponer de más urdimbre para tejer. Cada hilo de la urdimbre pasa a través de un orificio situado en la parte central de un alambre vertical llamado lizo. Los distintos lizos están unidos a un arnés de metal o de madera de forma que puedan levantarse o bajarse los lizos en un solo paso junto con los hilos de urdimbre que los atraviesan.

En los telares el picado se hace manualmente. El tejedor pasa a través del hueco una lanzadera que contiene una bobina de hilo de trama. Después de cada paso de la lanzadera, el hilo de la trama se golpea contra el hilo anterior, moviendo hacia adelante y hacia detrás un batiente, un peine con una hilera de alambres. Después de batir el hilo, el tejedor hace descender los lizos que estaban levantados y levanta los que estaban bajados, cambiando de esta forma el hueco.

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