Un debate entre quién fue la hija más querida, la que tuvo más privilegios o las mejores cosas, o a quién se le consideró más destacada, fue el que mantuvieron Arcelia Ramírez y Fernanda Castillo a través de la obra «Hermanas», que bajo la dirección de Hugo Arevillaga y producción de Rubén Lara, ofreció dos funciones en el Teatro Principal durante la noche del jueves.
Arcelia y Fernanda son hermanas de sangre, pero la vida las llevó por caminos diferentes y ahora que su madre ha muerto, el reencuentro es inevitable, pero, lejos de lo que se pudiera pensar, resulta nada agradable. O al menos eso parece al principio, ya que después de una serie de reclamos, ambas al fin se liberan.
A punto de dar una conferencia, un acto importante en su vida profesional, Arcelia recibe la visita de Fernanda, su hermana tres años menor. Pero esta visita no trae nada de cortesía, así que en un intento de que se vaya, Arcelia le dice que no está bien psicológicamente para ella. A Fernanda no le importa y así empieza una batalla campal de recuerdos.
El sitio entonces se va convirtiendo en una zona de guerra, con reproches que rozan en la mayor o menor atención que tuvo una u otra con papá o con mamá, a quien consideraban más destacada en algún deporte o en cualquier otra actividad escolar y social. Son recuerdos de la infancia que las han lastimado y que ahora usan como armas de batalla.
Este es un mano a mano donde Arcelia Ramírez se come el escenario, mientras Fernanda Castillo muestra sus grandes dotes histriónicos, llevándose al final ambas, la grata ovación de la audiencia, que en diversos momento identificó acciones nada alejadas de la realidad.
El montaje basado en la dramaturgia de Pascal Rambert, mantiene temporada en el Teatro Milán de la Ciudad de México desde el 28 de mayo e inició gira al interior del país en Puebla, bajo la operación de Hit Producciones.