Desde el sábado pasado, España se ha convertido en el cuarto país del mundo con la red 5G en funcionamiento lo que implica contar con la tecnología de la quinta generación que hará factible detonar el llamado internet de las cosas.

Se suma a Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, en dichos países opera en diversas zonas, en el país ibérico está en 15 ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao, Valencia, Zaragoza, Vitoria, San Sebastián, La Coruña, Vigo, Gijón, Pamplona, Logroño y Santander; la cobertura inicial será del 50 por ciento.

Después de España seguirá Italia, Reino Unido, tanto Francia como Alemania están retrasando su puesta en marcha y es que las acusaciones que la CIA realizó, al amparo del presidente Donald Trump, de que la transnacional china de la tecnología Huawei espía para el gobierno de Beijing ha puesto de cabeza a la Unión Europea (UE) que inicialmente tomaría a Huawei como suministrador esencial de la 5G… ahora temen por su seguridad.

Por su ciberseguridad porque si con la 4G crecen las evidencias de hackers, bots e intromisiones en las redes con ciudadanos, dependencias oficiales, empresas privadas y gobiernos quejándose de ser víctimas constantes, con la quinta generación quedaremos absolutamente expuestos.

¿Por qué razón? Porque detona y vertebra las comunicaciones potenciándolas entre el ser humano y las cosas que lo rodean, las cosas que le interesan controlar: desde coches autónomos, hogares inteligentes, el médico en casa y otra serie de facilidades.

Y eso implica que si es una red insegura, esencialmente se abrirán las puertas de nuestra casa, de nuestra máxima intimidad, a cualquiera que tenga interés de espiarnos bien para saber nuestros hábitos como para vender información acerca de nosotros. Porque toda información tiene un valor.

Las acusaciones de la CIA y Trump contra Huawei si bien no han detenido los planes de la UE de desarrollar la 5G con la líder tecnológica china si han retrasado los planes de algunos países como Francia y Alemania que desean ser más precavidos y contar con el paraguas de la UE al respecto de un filtro de seguridad y protección.

España, por ejemplo, está proponiendo que la UE autorice una diversificación de las empresas suministradoras de la red a fin de evitar una cuasi dependencia hacia el corporativo chino.

Corea del Sur es el único país que tiene una cobertura del 5G mayor al 70% y lo ha desarrollado con KT, SK Telecom y LG, es decir, ha obviado absolutamente a Huawei.

Hay que entender que la guerra actual no es únicamente comercial entre Estados Unidos y China es fundamentalmente una guerra tecnológica, las dos emprendidas por Washington porque no quiere ceder un ápice de poder ni económico, ni tecnológico.

Y en la era digital, en la llamada sociedad de la información, quién controle la administración y la gestión de los datos dominará el mundo… eso lo sabe Washington, Beijing, Tokio, Seúl, para más toda la aldea global.

A COLACIÓN

España ha puesto en operación la quinta generación, lo ha hecho con Vodafone, con Huawei y Ericsson como suministradores de red y usando los dispositivos de Samsung, LG y Xiaomi.

Lo que estamos atestiguando es el nacimiento de una hiperrealidad que permitirá que la gente esté conectada en todas partes y en todo el tiempo y hará posible el funcionamiento de múltiples servicios; no es únicamente mayor velocidad como la descarga de una película en menos de un segundo es la situación de un mundo vinculadísimo con su entorno mediato e inmediato.

Servicios médicos, enfermera a distancia, hogares inteligentes… se podrán conectar un millón de aparatos simultáneamente en un kilómetro cuadrado y se avizora un nuevo mundo paralelo que será tan boyante que, según, Global System for Mobile para 2034 generará ganancias por 565 mil millones de dólares en el mundo.

En esta guerra tecnológica, Google acaba de firmar su divorcio con Huawei y Trump sigue encolerizado porque no ha logrado echar para atrás los 46 contratos que el gran corporativo chino tiene signados con 30 países. Y Trump no parará, esta historia continuará…

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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