Tehuacán. En los primeros cinco meses de este año, el Centro de Integración Juvenil (CIJ) Tehuacán recibió a 147 pacientes, la mayoría de entre 12 y 16 años de edad, adictos a alguna droga, entre las que despunta la conocida como “cristal”, misma que ha generado alarma a nivel regional, por tratarse de una sustancia altamente adictivas que causa daños severos a corto plazo y deja secuelas físicas, psicológicas y neurológicas que ameritarán un costoso tratamiento farmacológico de por vida.
Así lo advirtió Norma Notario Guevara, directora de dicha instancia, en el marco del reciente Día Internacional de la Lucha Contra el Uso Indebido y Tráfico Ilícito de Drogas y del 50 aniversario de la asociación civil en el ámbito nacional, lo cual se celebró en esta ciudad con una carrera en contra de las adicciones.
Detalló que dicha sustancia es un tipo de droga con aspecto de fragmentos de vidrio o piedras blancoazuladas brillantes y su estructura química es similar a la de la anfetamina, un fármaco que se usa para tratar el déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la narcolepsia que es un trastorno del sueño.
Agregó que cuando se generó el debate en pro de la legalización de la marihuana, se temió que ésta despuntara en cuanto a consumo, pero con sorpresa han detectado que los jóvenes se están inclinando por la metanfetamina también conocida con nombres comunes como azul, hielo, met y anfeta (blue, crystal, ice, meth y speed, en inglés), estimulante poderoso y sumamente adictivo que afecta el sistema nervioso central.
“Es una droga que esclaviza muy rápido, ya que con una dosis muy pequeña genera adicción, además, los daños se ven inmediatamente en el aspecto físico, produce pérdida de peso e inicia con manchas en la cara que más tarde se convierten en llagas”, citó la psicóloga egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap).
Explicó que cuando los padres llegan a la institución con la sospecha de que sus vástagos están adentrándose en el consumo de drogas se les orienta y se realizan exámenes antidoping a los menores de edad, pues ésta es la mejor manera de detectar el problema, ya que alguien consumidor siempre incurre en la negación.
Si bien dijo que hay instituciones que prestan atención a las personas farmacodependientes, señaló que la familia como institución que también debe involucrarse en la tarea y pensar en estrategias preventivas, pues se ha observado que es el exceso de confianza, derivado de la falta de supervisión de padres a sus hijos uno de los principales factores causantes del fenómeno social.
Para prevenir, recomendó supervisar quiénes son las amistades de sus hijos, si hay algún cambio de conducta, estar pendientes de cómo llegan a casa, si presentan pupilas dilatadas o tienen una energía exagerada, fuera de lo normal, y cuál es su forma de convivencia, pues es típico que opten por encerrarse en su habitación.
“Debemos estar cerca de ellos y supervisar sus actividades, hacernos amigos de los amigos y velar en todo momento por su salud y bienestar, a pesar de la jornada laboral extenuante hay que organizarnos para dar tiempo de calidad a los niños, adolescentes y jóvenes, platicar con ellos, comunicarnos y dialogar, de lo contrario, se les expondrá a varios riesgos, se les dejará a expensas no sólo del consumo sino también de la venta y se le orillará a otros peligros como sobredosis, violaciones, acoso sexual, pérdida del control y de la conciencia”.
El precio del cristal es bajo, oscila en 50 pesos y, por ello, se tienen fácil acceso a la sustancia que también ocasiona episodios de ansiedad y alucinaciones auditivas o visuales que implicarán un costoso tratamiento farmacológico de por vida, pues “este tipo de trastornos no se quitan, sólo se pueden controlar, y no queda más que aprender a vivir con las secuelas”, concluyó.