Desde el seis de julio del 2011 se emitió la Declaratoria de clasificación de los ríos Atoyac y Xochiac o Hueyapan, y sus afluentes, donde ya se advertía a los gobiernos estatales y municipales de las cargas de contaminantes que éstos puedan recibir, así como las metas de calidad y los plazos para alcanzar la disminución de residuos. 

 

Sin embargo, a pesar de tantas promesas de gobiernos estatales y municipales, el río Atoyac se sigue deteriorando e incrementando su contaminación y hay recursos que se han ido a la basura. 

En abril de 2011, por ejemplo, los entonces gobernadores Rafael Moreno Valle, de Puebla, y Mariano González Zarur, de Tlaxcala, anunciaban una inversión de 1 mil 750 millones de pesos en la sanación de la cuenca de la afluente de los ríos Atoyac y Zahuapan, recursos que serían aportados por la Federación, los gobiernos estatales, y además de la iniciativa privada.  

 La intención -se dijo- era limpiar 3.5 metros cúbicos de aguas residuales por segundo mismas que desembocan en el Lago de Valsequillo. Además, se comprometían a revisar las 29 plantas de tratamiento que existían en ambas entidades para activar aquellas que no estaban funcionando.  

En tanto, en febrero del 2018, el entonces gobernador José Antonio Gali y el alcalde Luis Banck pusieron en marcha el Centro de Investigación y Saneamiento del Río Atoyac (CISA), que tuvo una inversión municipal de 30 millones de pesos y se ubica en la junta auxiliar de San Pablo XochimehuacánLas autoridades presumían que era el primer laboratorio municipal con tratamiento primario, secundario y terciario, que funciona con tecnología 100 por ciento mexicana, y permitiría la reutilización de aguas residuales para uso doméstico y en el sector público. 

 

A su vez, en noviembre de ese mismo año, Gali prometía que, en un periodo de seis meses, en el lago de Valsequillo habría fauna y hasta la gente se podría bañar en sus aguas, con la limpieza que harán los tres barcos Scavenger 2000, los cuales tuvieron una inversión de 210 millones de pesos. No obstante, las aguas siguen contaminadas. 

De acuerdo con Raciel Flores Quijano, experto en ingeniería ambiental de la Upaep, en la Declaratoria de clasificación de los ríos Atoyac y Xochiac o Hueyapan, vienen marcadas metas a llevar a cabo, y las dos primeras metas ya se vencieron y no se han cumplido. 

“A qué estamos comprometidos a corto, mediano y largo plazo, y aquí es autoridad, sector empresarial, y el sector sociedad, porque todos vivimos y desechamos todos los días”, declaró. 

Lamentó que en ocasiones las acciones a implementar para la limpieza del río Atoyac se queden en “anuncios” donde se destinarán cientos de millones de pesos, pero al final de la gestión de un gobernante “nadie nos da cuentas, de todo lo que se invirtió, qué tanto mejoró la calidad del agua”. 

Informó que, pese a todas esas inversiones millonarias para sanear el fluente, a la fecha los niveles de contaminación se encuentran entre los 40 y 150 valores miligramos por litro de demanda bioquímica
de oxígeno; “que ya arriba de 120 expresan niveles de contaminación orgánica demasiadas altas para la población”. 

“Lo que es evidente es que se está arrojando a través de la presa de Valsequillo es que tiene valores mucho más bajos en materia orgánica, pero sí tiene valores muy altos en cuanto pueden ser sustancias químicas; no están rebasando la norma, pero sí representa un problema de acumulación”, advirtió el experto. 

Comentó que, actualmente, el río Atoyac se mantiene como uno de los más contaminados del país y representa un foco de riesgo para la salud de la población por las bacterias que pueden generar enfermedades en la piel, en las vías respiratorias y en el sistema digestivo de los seres humanos. 

Flores Quijano agregó que a pesar de “tantas promesas de gobiernos estatales y municipales”, de esfuerzos entre municipios, estado y la federación, así como de recursos que se han ido a la basura, no se han visto avances en la limpieza del río Atoyac.  

El río Atoyac, el tercero más contaminado del país, es la historia de un afluente en el que se cada gestión federal y estatal anuncia proyectos, programas y recursos para su rescate; sin embargo, no se aprecian resultados. 

 

 

 

  

 

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