Este viernes falleció don Tomás Ortiz apodado El Viejo Trotamundos, un personaje icónico de la ciudad de Puebla, quien cargando letreros que hacían un llamado a «No tirar basura» recorría las calles para llevar su mensaje a todos los poblanos.

A través de redes sociales, se dio a conocer la lamentable noticia del fallecimiento de Tomás, de 95 años, quien no sólo se colocaba en la esquina de la avenida 25 Poniente y el bulevar 5 de Mayo, además recorría el Centro Histórico, la avenida Juárez y el Parque Ecológico. Incluso, aprovechaba los foros, conferencias y hasta informes de labores de funcionarios y diputados para exhibir su pancarta. 

Su hijo, Adrián Ortiz, dedicó una despedida a través de Facebookcon el afán de que su imagen pública sea siempre recordada”. 

El joven recordó que hace casi 12 años, su padre tomó un par de cartulinas, un plumón, y después de varios pensamientos, eligió el camino que parecía más difícil para su edad, uno que sin duda le daría la vitalidad de permanecer más tiempo entre nosotros.

Escribió su mensaje, que a la larga lo identificaría entre el gremio del periodismo como el Viejo trotamundos. Engrapó sus cartulinas, las colocó entre un palo de escoba y se encomendó a Dios.

https://www.facebook.com/adrian.ortiz.9083477/posts/10157170427604671

Ni siquiera él se imaginó la dimensión de su movimiento, pero fiel a su costumbre, la decisión y el enfoque lo mantuvieron en el camino, incluso en aquellos aciagos momentos, como en los desprecios mediáticos (la nula respuesta de televisoras nacionales), en los repudios ciudadanos (donde pareciera nunca nada ser suficiente), en los malestares físicos (su úlcera en la pierna, esa detestable que nunca cerraba y generaba punzantes dolores), en las caídas en la vía pública (su casi nula vista lo llevó a visitar la acera en más de un par de veces); nada de esto lo detuvo.

Nada hasta que su cuerpo no se pudo levantar más, hasta que su físico claudicó y ante esto su corazón latía con fortaleza, con su mensaje en él, en nosotros; estoy seguro que no nos quería dejar, ni nosotros a él; sin embargo, al final, erigió su cartel, apoyado en su cinturón por última vez, la misma leyenda que siempre se leía: “No tirar basura en la calle bastará para que nuestra ciudad esté limpia”.

Adrián Ortiz redactó que delante de él quedaron marcadas todas las pisadas de su andar.

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