La egresada de la BUAP e investigadora en el Instituto Max Planck de Alemania, Karla Rubio Nava,  aseveró que esta pandemia generada por el COVID-19, ha develado tanto  la vulnerabilidad física, como la de los sistemas económico y de salud.

Aunado a lo anterior, dijo que COVID-19 es sólo el vocero de una gama de enfermedades que la humanidad seguirá enfrentando.

Por lo anterior, afirmó que es necesario una alianza entre científicos y sociedad: la ciencia no debe ser un privilegio de los países desarrollados, sino una prioridad en todos los gobiernos para lograr un beneficio social real.

“No es tiempo de señalar ni de alarmar, sino de generar consensos con especialistas de cada área para sacar adelante a la sociedad. Debemos insistir en discusiones multidisciplinarias de prevención de enfermedades y prevención de la pobreza”, afirma.

Asimismo dijo que no se debe permitir que una urgencia sanitaria como esta se tome como excusa para refrendar diferencias políticas y sociales entre los países; no a la segregación de ningún sector. Tampoco permitir condiciones laborales subóptimas en los institutos y centros responsables del cuidado de la salud. Debemos contextualizar lo que ha pasado y las consecuencias que cada país tendrá, no para marginar, sino para no repetir.

Después de esta experiencia el mundo será otro…

-Coincido totalmente, esta epidemia ha subrayado no sólo nuestra vulnerabilidad física, sino la vulnerabilidad de nuestros sistemas económico y de salud. Es tiempo de generar consensos para sacar adelante a la sociedad, promover discusiones multidisciplinarias para prevenir enfermedades y abatir la pobreza, ambas complementarias. La dinámica social va a experimentar un cambio notable, pero no debemos tomarlo como algo negativo, sino lo contrario. Es tiempo de una alianza con la ciencia. Como lo comentó el doctor Antonio Lazcano, ‘la ciencia es un patrimonio al que todos tenemos derecho’. La divulgación de nuestros resultados debe ser ajustada al entorno social, con más compromiso en nuestra labor de mentoría y difusión de la información a diferentes niveles. Hemos tenido oportunidades con otras epidemias, pero esta parece ser la oportunidad definitiva: no podemos poner en riesgo la permanencia de los sectores vulnerables de nuestra sociedad, como los adultos mayores y las personas con predisposiciones a la enfermedad.

Doctora en Ciencias Naturales por el Instituto Max Planck de Investigaciones Cardíaca y Pulmonar, en Bad Nauheim, y en la Justus-Liebig-Universität, en Giessen, ambas en Alemania, su investigación se ha orientado en el análisis de los mecanismos epigenéticos que modulan la aparición y permanencia de males como la fibrosis pulmonar idiopática, una compleja enfermedad de causa desconocida, crónica, progresiva, incapacitante e incurable, que se caracteriza por un proceso anormal de cicatrización del tejido del pulmón, lo que provoca disminución gradual e irreversible de la función de ese órgano.

Al destacar el papel de la ciencia para contener la pandemia, ya que el análisis epidemiológico estima que de no haberse tomado medidas, 90 por ciento de la población mundial ya estaría contagiada por COVID-19, considera relevante su trabajo como investigadora postdoctoral en el Instituto Max Planck para la Investigación en Corazón y Pulmón, en Bad Nauheim, Alemania, y la Unidad de Investigación Gly-CRRET, en París, Francia, ambos orientados al descubrimiento de los mecanismos moleculares subyacentes en enfermedades humanas.

“Este es un momento donde dichas investigaciones son cruciales. Trabajamos con modelos de fibrosis pulmonar, cáncer pulmonar y neurodegeneración. La primera (fibrosis pulmonar) es una enfermedad del envejecimiento patológico, cuya incidencia se ha incrementado en países industrializados con altos niveles de contaminación, por lo que requerirá especial atención, ya que a los factores de predisposición agregaremos las secuelas de la infección por COVID-19. Muchos reportes han demostrado recientemente que los pacientes que se recuperan de la infección muestran distintos tipos y niveles de daños sistémicos, entre ellos pulmonares, del sistema nervioso central y pancreáticos”.

“Esta crisis brinda una perspectiva inesperada de las prioridades”.

Certificada en los programas doctorales de Biología Molecular y Medicina del Pulmón, en la Escuela Internacional Max Planck de Investigación, la doctora Rubio Nava asegura que esta pandemia también ha reestructurado las perspectivas del manejo de la ciencia local y global.

Al respecto, precisa que “científicos de todo el mundo han desplegado esfuerzos para reclutar expertos de todas las disciplinas y abordar de una manera integral el COVID-19. Por ejemplo, se generaron plataformas internacionales (Crowdfight C19) con bases de datos en las que se convoca a la comunidad científica a participar, de manera voluntaria, en revisiones bibliográficas y de fuentes confiables de datos, en meta-análisis, en experimentos. Una comunidad recién nacida, donde el esfuerzo de biomédicos, epidemiólogos, neumólogos, economistas, bioinformáticos, enfermeras, genetistas, farmacéuticos, periodistas, inversionistas, es una conjunción sinérgica y desinteresada”.

Lo anterior, comenta, es “una bella manifestación de lo que significa la ‘comunidad científica’, y ello me genera mucha esperanza en el futuro; me equilibra en estos días de gran ansiedad e incertidumbre que estamos viviendo todos, unos en condiciones más precarias”. Asimismo, remarca “los esfuerzos sobrehumanos por parte del personal de salud: ellos merecen toda nuestra admiración y apoyo”.

En el caso de México encuentra muy valiosas las iniciativas de las universidades públicas y los hospitales universitarios, la convocatoria extraordinaria del Conacyt para proyectos y puestos de investigación enfocados en COVID-19, las innovaciones tecnológicas que han surgido de diversas instituciones con producción de respiradores, mascarillas, por mencionar algunos casos.

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