Deposito en el cajero inteligente. Porque para eso son las máquinas inteligentes, para no fallar.
Antes Bancomer, ahora BBVA; sucursal Vía San Ángel, cajero mm2550. El pasado veintiuno de septiembre, a las 7 de la noche.
El depósito es por mil ciento cincuenta y un pesos y lo hago con dos billetes de quinientos pesos, de los nuevos azules y uno de doscientos, también de reciente edición; la máquina los rechaza. Intento de nuevo y hasta una tercera vez; caigo en cuenta que el encargado del mantenimiento de estos aparatos no ha hecho la actualización para que reconozcan el nuevo papel moneda, pese a que el de quinientos tiene dos años de haberse puesto en circulación y el de doscientos, un año.
Me adentro en la plaza buscando quién me cambie los billetes; en la entrada de Walmart me encuentro una pequeña sucursal de Inbursa; amablemente la señorita me los cambia por billetes anteriores.
Regreso al cajero y tecleo los $1,151.00; me pide que los introduzca; hace un ruido como de estar contando; se tarda y al final me dice que si quiero ingresar más dinero porque sólo contó $200.00.
La sensación es la misma de cuando tenía la urgencia de llamar en un teléfono público y sólo traía una moneda, misma que el aparato desaparecía sin darme la llamada.
La gente en la fila me mira desesperada, pensando que no sé manejar la mentada máquina; no me devuelve los billetes, no los registra, me dice que si quiero ingresar más, así que meto un billete más de $20 para ver si reacciona y nada.
Al final me extiende un ticket que dice que pagué $200.
Mi enojo se vuelve sorpresa y esta se convierte en impotencia. No hay a quién reclamar ni cómo registrar el atraco que acabo de sufrir.
No hay más qué hacer, el cajero cierra toda posibilidad y aparece la pantalla principal.
La gente en la fila me urge con la mirada y después de constatar que no están mis billetes por ningún lado, me dirijo al teléfono de la sucursal; marco, me atiende un joven, le doy todos los datos, me dice que el día 28 me tienen respuesta, que dónde me entregan mi dinero, elijo la sucursal Cholula Plaza.
Llamo el 28 y me dicen que aún no hay respuesta; llamo el 29 y me indican que después de las 5 de la tarde si no he recibido un correo, vuelva a marcar; a las 5:50 llega el correo con el dictamen:
Resolución: No procede.
“Confirmamos que la practicaja en la cual realizaste la operación, no presenta fallas ni sobrante por lo que dicha operación se hizo de manera correcta”. Folio de aclaración 0000011922831.
¿Y entonces? ¿Soy un estafador, un vivo que quiere timar a BBVA para sacarle $1,020.00?
Vuelvo a marcar a la línea de atención y la asesora de línea BBVA, Susana Silva, me ofrece revisar de nuevo el caso; me pregunta en qué sucursal pueden hacerme la devolución en caso de que resulte positiva. Le comento que en la misma que había indicado, me dice que no tiene registrada una sucursal. Pero cómo, si el joven que me atendió al inicio me confirmó la dirección, en Av. 5 de Mayo 1427. Bueno, ahí, por favor.
Le comento que no tengo la intención de querer estafar a BBVA con $1,020.00, que por favor revise dónde quedó el dinero, si quizá la persona que revisó el cajero, al ver que sobraban se los quedó y reportó que todo sin novedad o qué fue lo que pasó, pero que yo quiero mi dinero.
Me pide que llame en 8 días hábiles para ver qué procedió con la segunda revisión.
Al colgar me quedo pensando: el cajero no es inteligente, es impracti-caja; los encargados de dar servicio a estas máquinas son deficientes porque un aparato de estos no puede quedarse con el dinero de nadie ni por un día, puesto que no les pertenece; los cajeros inteligentes dependen de las personas, pero dado que vivimos en un país entre el tercer mundo y las vías de desarrollo, estamos a expensas de que entre el banco, el cajero y el supervisor nos timen y al final de cuentas, nunca sepamos dónde quedó la bolita.
Que conste que es la segunda vez que me pasa lo mismo en las practicajas de BBVA.
F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías
@ALEELIASG
