La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito clasifica a México como un país de origen, tránsito y destino de la trata de personas en cuestiones de explotación sexual y trabajo forzado. El delito de trata de personas se ejecuta simultáneamente con otros como el tráfico de personas, secuestro, privación de la libertad y similares que facilitan la sustracción de la víctima.

La diferencia entre trata y tráfico de personas radica en el vínculo, con el tratante se da de manera coercitiva o por medio de un engaño mientras que la relación con el traficante es con el consentimiento de la víctima, un ejemplo de esto son las personas migrantes que pagan para ser trasladadas ilegalmente de un país a otro.

El Estado mexicano firmó y ratificó la Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional en 2003 y derivado de esto, en 2007 se publicó la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas en nuestro país, este marco jurídico habilita la coordinación internacional para la persecución e investigación de este delito en expansión que implica enormes ganancias económicas, concentración de poder e impunidad frente a sistemas judiciales aún incapaces de enjuiciar a quienes controlan las organizaciones de trata; estos grupos no son desarticulados de forma contundente por lo que el delito continúa evolucionando.

De acuerdo con informes de la CNDH en 2019 se registraron 5 mil 245 víctimas, 3 mil 308 mujeres, mil 86 niñas, 492 hombres y 289 niños, lo cual indica que el 85% son mujeres y niñas, en este particular se registra un aumento en la demanda de niñas del 10 al 21% en una década; de las personas detenidas por cometer este delito el 72% son hombres y el 28% mujeres, ellas reconocen actividades de señuelo y vigilancia durante el cautiverio.

La Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) ha identificado las rutas con el tipo de mujeres y niñas tratadas, reporta que en Asia el consumo se orienta hacia las latinoamericanas, para Europa e Inglaterra se tratan mujeres y niñas africanas sobre todo de Nigeria, mientras que hacia Latinoamérica se envían europeas.

En nuestro país las víctimas mexicanas son movilizadas constantemente a través de rutas que en nuestro estado inician por Tehuacán, atraviesan municipios del triángulo rojo, Puebla capital y se bifurcan hacia Tlaxcala o Cdmx para continuar.

La movilidad interna y externa facilita la desaparición de las víctimas o la pérdida de identificación de origen impidiendo su búsqueda y localización aun cuando continuen vivas.

Desde una perspectiva económica, la trata de personas a nivel global genera 650.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al 1,4% del PIB mundial. Esto explica la impunidad en la que operan aun en países como Holanda y Alemania, donde la prostitución es legal, los traficantes evaden los controles y ofertan mujeres víctimas de trata simulando que están bajo condiciones de legalidad, con estos antecedentes parece imposible que el delito sea erradicado, quizá debamos atacarlo desde otra perspectiva, viéndolo como una estructura empresarial es posible analizar el tema de la demanda.

Esta demanda es garantizada de tal forma que por ello hay estructuras ejecutando todos los delitos que sostienen el negocio. Si planteamos un cuestionamiento objetivo ante la demanda que da origen a esta actividad encontraremos otras direcciones para resolver progresivamente el fenómeno. Las personas víctimas de trata son capturadas para satisfacer esta demanda, misma que no viene de los integrantes de las organizaciones criminales, los consumidores son ciudadanos integrados a la sociedad que compran por decisión propia; entonces, como en cualquier negocio si disminuye la demanda y deja de ser rentable se dirigirá hacia otras actividades.

Podemos visibilizar con mayor alcance los hechos violentos asociados a la operación de este negocio ilícito, las cifras de niñas desaparecidas con indicios de trata, lo feminicidios derivados de esto, el aumento que hay en la demanda de niños y niñas para explotación sexual, y generar un espacio de reflexión que habilite cuestionar objetivamente la construcción social de la sexualidad masculina.

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