Por tradición, a las mujeres siempre se nos ha inculcado a poner las necesidades y prioridades de los demás sobre las nuestras, sobre todo las del marido y los hijos.

Acompañando a esto, se inculcaba el concepto del sacrificio, pero en nuestros días se escucha o se lee una frase que dice que dedicarse a los hijos y al hogar no es un sacrificio porque se hace por amor, además de que ahora ya es una decisión.

Antes era una obligación que las mujeres se quedaran guardaditas en el hogar; no tenían otra opción, otro camino que tomar. Y por ello era costumbre que las mujeres dejaran hasta el final sus necesidades, incluidas las de salud.

Ahora, aunque las mujeres ya tienen un papel activo dentro de la sociedad y el mundo laboral y aunque cada vez se conquistan mayores espacios de participación, en cuanto a cuestiones familiares se refiere continuamos dándole prioridad a las necesidades de los demás.

Es decir, en casa seguimos buscando satisfacer primero los requerimientos de la pareja y de los hijos.

En cuanto a los hijos es válido que primero busquemos servirles a ellos de comer, por que suelen esperar menos que nosotros cuando ya tienen hambre y es normal que tratemos de que estén sanos por encima de nosotros, pero en cuanto al marido, ellos pueden participar en las actividades de casa de manera equitativa, repartiéndose las tareas entre la pareja.

Ser pareja se supone que debería ser eso, ser parejos, procurarse uno al otro, hacer un equipo en las tareas del hogar, en el cuidado de los hijos, velar por la salud del otro, no sólo esperar que la mujer se preocupe por el bienestar del marido y que ella se eche sola todas las actividades dentro de casa. No es justo que en pleno siglo XXI, todavía ocurra que al esposo no le importe la salud de su esposa; total, mientras él esté bien no pasa nada.

Es por esta situación, que desde hace una década más o menos, el concepto de prioridad para las mujeres ha comenzado a cambiar dentro de las teorías del feminismo. (Recordemos que el feminismo no es malo, que sólo cuando cae en el extremo del radicalismo se convierte en algo negativo.)

¿Y en que comenzó a cambiar el concepto de prioridad? Pues en que nuestra prioridad debemos ser nosotras mismas, en que debemos cuidarnos a nosotras para poder estar bien para los demás.

Es decir, si no nos cuidamos, si no comemos adecuadamente, si no dormimos las horas necesarias para que nuestro cuerpo recargue baterías y esté sano, si dejamos al último nuestra salud y no acudimos al médico por priorizar la salud de los demás, corremos el riesgo de enfermarnos.

Por economía solemos dejar al último ir a consulta, pero nos arriesgamos a no haber ido a tiempo. Sabemos que las enfermedades se pueden desarrollar en tiempos cortos y que las mujeres por cuestión hormonal y biológica, somos más propensas a a desarrollar algunos tipos de cáncer, pero nos vamos dejando al último, lo cual pone en riesgo nuestras vidas.

Es por ello que ponernos por encima de los demás no está mal, no es ser egoístas, si no ser conscientes de la importancia de nuestra propia persona, del valor que tienen nuestras vidas. Es tratarnos bien, es darnos amor a nosotras mismas. Pero esto se podría lograr de mejor manera, sin que se nos tache de egocéntricas, si tuviéramos el apoyo total de nuestra pareja en casa.

¿O acaso les parece justo que al varón no se le critique por dedicarle tiempo a su persona, a salir impecable de casa, pero cuando las mujeres queremos hacer lo mismo si se nos juzgue? Lo justo sería que ambos pudieran tener el mismo tiempo de arreglarse, repartiendo como decía párrafos arriba las actividades del hogar.

Desde que se pusieron de moda las selfies, a veces se tacha de vanidosa, de ególatra, de narcisista o de superficial a quien gusta sacarse esas fotos, pero no tiene nada de malo. Es sólo una manera de reconocer nosotras mismas lo bonitas que nos sentimos, de expresar el gusto por nuestra apariencia y la seguridad que nos da que esta sea de nuestro agrado.

Es primero amarnos y valorarnos a nosotras mismas, para que los demás lo puedan hacer. Sabemos que si nosotras no nos amamos y no nos consideramos valiosas, nadie va a suplir la falta de amor propio.

Claro, tampoco hay que caer en el narcisismo extremo, pero subir selfies de vez en cuando no tiene nada de malo.

También se nos ha juzgado por disfrutar de nuestra soledad, de nuestra propia compañía y y se suele juzgar a las mujeres que prefieren primero desarrollarse profesionalmente y ya después formar una familia. Se las ha tachado de egoístas, de casi casi mujeres desnaturalizadas, cuando no es así. Cada mujer sabe qué es lo que la hace sentir completa. Y cada una decide si su vida será mejor estando soltera, o si le funciona que cada quien viva en su casa, lo importante es que cada mujer encuentre su felicidad a su modo sin importarle lo que digan los demás.

Claro tampoco se trata de que por priorizar nuestro bienestar, caigamos en el absurdo de descuidar a quienes nos rodean cuando tenemos una familia. Siempre debe haber un equilibrio, solas o con pareja, debemos hallar el equilibrio entre nuestras prioridades y las de los demás.

Así que disfrutemos de la vida sin culpas. Salgamos a tomarnos un café, una copa, a bailar, al cine con las amigas o salgamos solas, pero hagamos actividades que nos brinden felicidad personal, que nos llenen de manera individual. Y cuidémonos para estar bien para nosotras primero. Con eso ya estaremos bien para los demás.

Nos leemos la próxima semana. Les deseo un gran año.

Contacto

@Ari_Sintesis127 en Twitter.

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