Para exigir que no desaparezcan las corridas de toros en la capital poblana, este fin de semana ciudadanos que pertenecen a organizaciones que están a favor de la fiesta brava, también conocida como tauromaquia, se manifestaron con una caravana de más o menos cincuenta automóviles.  Resulta que la semana pasada, la Comisión de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Puebla, determinó prohibir las corridas de toros. Todo esto se da en medio de la polémica y la discusión entre la regidora Isabel Cortés Samaniego, quien es presidenta de la Comisión de Participación Ciudadana del Cabildo poblano, y los regidores que votaron en contra de la prohibición de las corridas de toros. Cabe decir que los regidores acordaron una prórroga de hasta 60 días hábiles para estudiar la propuesta de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco.  Me pregunto, ¿es tiempo de atender esos asuntos? ¿qué no hay temas de mayor prioridad para discutir en el Cabildo poblano? ¿Por qué se distraen en discusiones estériles que por ahora no los llevarán a ningún lado?

El gobernador del estado, Miguel Barbosa, se pronunció al respecto, y ya no sabe uno si es por jugarle las contras a Claudia Rivera o si es una verdadera preocupación, el punto es que el gobernador exhortó al Cabildo de Puebla a cancelar la intentona de prohibir la fiesta brava, y que, de no ser así, su administración actuará al respecto. ¿Es necesario el jaloneo? En época electoral sí.

Pero regresando al punto, recordemos que históricamente se han dividido las opiniones sobre el tema, y hasta en España no ha sido la excepción. La historia cuenta que durante los siglos XVI y XVII, ya se practicaba la suelta de vaquillas y toros por calles y plazas.  Las corridas de toros en Hispanoamérica, Francia y Portugal atravesaron las mismas vicisitudes que en España, decretándose prohibiciones civiles y eclesiásticas que, salvo algunas excepciones, no se respetaron, aunque contribuyeran al desarrollo de un estilo diferente del espectáculo, pero igualmente cruel, basado en el tormento y la muerte de un animal sensible.

¿Debemos juzgar a un país o un estado por cómo tratan a los animales?  ¿O se debe juzgar por cómo atiende a los niños desvalidos? ¿Quizás se deba cuestionar por cómo trata a las personas de la tercera edad?

Hablando de dolor y atención integral a casi un año de la pandemia y con todas las consecuencias que hoy padecemos, las prohibiciones resultan mucho más complicadas, cada uno piensa muy diferente y la convivencia de distintas generaciones se ha tornado sensible.

Somos una sociedad rica en cultura, hemos aprendido a convivir y a tolerarnos.

Hoy pensamos de manera diferente y las prioridades son otras. Cada hecho es un reflejo de nosotros mismos. Las corridas de toros pueden y deben evolucionar, pueden realizarse sin que se les haga daño a los toros ¿imposible? No lo creo, eso sería evolución y crecimiento consciente y congruente con la realidad que hoy tenemos, porque nadie es ajeno a la crisis económica, emocional, social y laboral.

Hoy como ellos (los toros), hemos aprendido a mirar a los ojos a la muerte, muchos de nosotros hemos podido sentir el frío que recorre la espalda cuando nos enteramos de que alguien más falleció por Covid.19; entonces, evolucionamos y aprendemos, o seguimos igual que antes.

 

Espero tus comentarios en @NoticiasVIcky y FB VickyFuentes/Oficial

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