*Por: Mtra. Claudia Rodríguez Hernández

La malnutrición, en todas sus formas, representa uno de los problemas de salud pública más desafiantes del mundo actual. Por un lado, una de cada nueve personas en el mundo tiene hambre, mientras que por lado un tercio de la población padece sobrepeso u obesidad (1,2).

A nivel mundial hay 815 millones de personas con desnutrición crónica y 1,900 millones de adultos con sobrepeso u obesidad. Además. la emaciación, resultante del hambre y/o enfermedades graves, afecta a 51 millones (7,5%) de personas (2). Entre los niños menores de cinco años, 151 millones (22,2%) padecen retraso del crecimiento y otros 38 millones (5,6%) tienen sobrepeso u obesidad (1,2).

Los datos anteriores representan la manifestación de la doble carga de la malnutrición, en donde en un extremo se encuentran personas muriendo a consecuencia de las deficiencias nutrimentales y en el otro, gente que pierde la vida a causa de los excesos en el consumo de alimentos.

Es importante señalar que la doble carga de la malnutrición se manifiesta tanto a nivel poblacional como individual, de manera que, una persona puede tener obesidad y al mismo tiempo una deficiencia de hierro (3,4).

La ONU, OMS y la UNICEF han diseñado políticas dirigidas a promover, apoyar y garantizar la asistencia internacional para mejorar la alimentación en el mundo. Sin embargo, estas políticas deben ser adoptadas, vigiladas y evaluadas continuamente por nuestros gobiernos, lo cual parece difícil (1,4,5).

Algunas de las acciones clave desarrolladas a nivel mundial para abordar el problema que representa la doble carga de la malnutrición se describen a continuación (1,4,6):

  1. La Asamblea General de las Naciones Unidas (2016) adoptó un Decenio de Acción sobre Nutrición de las Naciones Unidas (ONU) de 2016 a 2025, que exige una acción coordinada a través de políticas, programas e iniciativas transversales y coherentes, incluida la protección social. El objetivo es resaltar la importancia compartida de promover y apoyar prácticas adecuadas de atención y alimentación infantil y enfatizar las oportunidades relativamente desaprovechadas para dietas más saludables a través de centros preescolares, escuelas, instituciones públicas, lugares de trabajo y el hogar.
  2. La Asamblea General de las Naciones Unidas (2017), proclamó el período 2019-2028 como el Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar (UNDFF), que tiene como objetivo fortalecer la agricultura familiar y promover sistemas alimentarios diversificados e innovadores.
  3. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia (UNICEF) de las Naciones Unidas (2018) han propuesto la elaboración de un plan de cobertura sanitaria universal para abordar las enfermedades no transmisibles (ENT) relacionadas con la dieta mejorando la calidad de la alimentación. Un enfoque de la salud centrado en las personas que tiene como objetivo maximizar de manera equitativa el nivel y la distribución de la salud y el bienestar al centrarse en las necesidades y preferencias de las personas lo antes posible, desde la promoción de la salud y la prevención de enfermedades hasta el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos.
  4. El Servicio de Financiamiento Global (GFF) (2015), es un mecanismo de financiamiento auspiciado por el Banco Mundial para ayudar a los gobiernos de países de ingresos bajos y medianos bajos a financiar sus programas prioritarios de salud y nutrición. El GFF optimiza los recursos existentes apalancando los recursos del gobierno nacional, el financiamiento de la banca de desarrollo, el financiamiento externo alineado con los planes del gobierno y los recursos del sector privado, priorizando el apoyo a las personas que más lo necesitan.

Como se puede observar, las acciones antes descritas para superar la malnutrición, involucran la participación-acción de manera conjunta de organismos mundiales, gobiernos de diferentes países, sector público y privado, profesionales de la salud y por supuesto, de las comunidades e individuos organizados.

En México, una alternativa que podría acelerar el progreso hacia el fin de la malnutrición sería la adopción de iniciativas alimentarias basadas en el modelo de economía social como base del funcionamiento de los sistemas alimentarios. Esto incluye la conformación de mutuales, cooperativas, organizaciones sin fines de lucro y empresas sociales que realizan prácticas como el trueque y el intercambio de alimentos y semillas. Lamentablemente, estas prácticas siguen siendo poco reconocidas por su valor económico.

Las ventajas potenciales de implementar iniciativas alimentarias en la función de economía social son (6):

1)        Incrementar la prosperidad de los grupos marginados

2)        Desarrollar la capacidad de adaptación para aumentar la resiliencia de la comunidad

3)        Establecer un puente entre consumidores de élite de productos alimenticios alternativos y grupos marginados

4)        Incrementar el capital social

5)        Fomentar la innovación social, el emprendimiento y la diversificación económica.

El principal desafío para la implementación de esta estrategia es la organización y participación comunitaria, que permita el trabajo colectivo más allá de las políticas gubernamentales.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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