Los estudiosos de Montessori, Piaget, o Freinet, deben estar tronándose los dedos si esta pandemia nos lleva a la educación virtual.

¿Y la socialización?

Los juegos de contacto físico entre los niños constituyen uno de los pilares fundamentales en la formación del adulto; los golpes y roces entre amigos varones fortalecen la personalidad y nutren su masculinidad, pero en general, la interacción a través del juego construye individuos fortalecidos.

¿Qué pasará con todo esto si la educación se vuelve virtual? Podemos imaginar a los niños convertidos en autómatas conectados al Big Data únicamente como instrumentos de un futuro manipulador y tendencioso.

La socialización se consigue en tres ámbitos: escuela, familia y comunidad; si prescindimos de la escuela al volverla virtual y suprimimos a medias la comunidad –porque ahora no existe la convivencia infantil en parques, plazas, zonas de juegos de restaurantes, áreas verdes de fraccionamientos y unidades habitacionales–, sólo nos queda la familia, hoy disminuida emocionalmente por las restricciones pandémicas y la situación económica; una zona que lejos de fortalecer la socialización, se convierte en un ambiente peligroso para el niño; un lugar cargado de estrés, ausencia, angustias, carencia emocional positiva.

La socialización tiene como fin producir en el sujeto las condiciones necesarias para conocerse, interactuar con el medio físico y social, así como generar las pautas socioculturales que le permitan relacionarse con su entorno.

Y de ahí pasaríamos al juego como parte fundamental del crecimiento en el niño: el juego simbólico, el juego individual, el juego de reglas y el juego de construcción, todos ellos enmarcan un proceso de singular importancia en el desenvolvimiento del ser humano: facilitan la generación de habilidades cognitivas, de pensamiento, de desarrollo social y reciprocidad, como pudiera ser la empatía.

Si la zona principal de juego es la escuela y esta se suprime de las actividades diarias del niño ¿qué consecuencias traería a la persona que más adelante será un adolescente y posteriormente un adulto?

En el juego se consigue un estado placentero que redunda en un equilibrio emocional, por lo tanto, tendremos lazos emocionales débiles o ausentes.

De por sí hoy nuestros adolescentes y jóvenes son producto de una sociedad alienada; ellos mismos en su necesidad de encajar en la moda de las relaciones sexuales a diestra y siniestra “sin enamorarse”, han producido una separación en sí mismos de lo afectivo con lo físico no permitiendo a las emociones aflorar por temor a quedar enganchado y perder la oportunidad de continuar probando una y otra relación ocasional como coleccionistas de actos sexuales.

En seguida, a la falta de juego le sumaremos un desarrollo deficiente de la coordinación motora (gruesa y fina), lo que nos llevará a tener sujetos torpes; adiestrados, sí, en los teclados, pero inútiles en cuanto a la mecánica corporal.

Ante una situación sobre la que hoy el ser humano no tiene control –porque ha caído en el lado del controlado–, sólo queda a los padres documentarse y ejercer el juego y los ejercicios de socialización con los hijos de la manera más frecuente como les sea posible.

Hoy la educación no es virtual, pues el traspaso de conocimientos a través de la red fría, no provee lo necesario para el desarrollo emocional del ser humano; por tanto, esa parte necesariamente deberá ser atendida por los padres en ausencia de los profesores, quienes en las primeras etapas del niño, son los impulsores activos del juego.

Por lo demás, los padres pueden dejar de estar en el teléfono celular y atender el desarrollo físico y emocional de sus niños, porque el tiempo corre más pronto que las pandemias y los niños dejan de serlo en un abrir y cerrar de ojos.

F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías

@ALEELIASG

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