Dicen que la vida empieza a los 40, pero en el campo laboral parece que es el fin de todo. Hoy pareciera que las oportunidades de conseguir un empleo a edad madura se desvanecen. Súmele la pandemia que nos agarró en curva para tener lo necesario, física e intelectualmente para trabajar a distancia, pues peor.

Pero dejando a un lado la emergencia sanitaria, que a estas alturas muchos seguramente han tenido que sacar la casta y aprenderle, renovarse, me pregunto: Si las empresas trabajan por resultados, qué importa la edad.

Si consideramos que la vida laboral comienza en promedio a los 22 y termina a los 65, a los 40 aún quedan prácticamente tres décadas de vida laboral; a los 50 tendríamos 15 años de vida productiva.

Entonces, ¿por qué escoger a los jóvenes sobre los mayores? Alguien puede decir que la mayor contratación de gente joven se da naturalmente por la pirámide demográfica, hay más jóvenes. Pero quizá la realidad tenga más relación con un argumento económico. Por un lado existe una reducida oferta de trabajo: Puebla reporta salarios y prestaciones muy bajas que sólo las pueden aceptar jóvenes sin familia y/o poca experiencia. Ambos factores disminuyen las oportunidades a personas adultas cuyas expectativas de ingresos son mayores por su experiencia y sus compromisos de vida.

En esta búsqueda también frenética de las empresas por ser más productivas y competentes tendemos a buscar personas que tengan una capacidad de desarrollo mayor. Más velocidad. Tenemos el paradigma de que las personas de más de 50 años se mueven muy lento, pero tengo casos de asociados de mi empresa que cuando yo ya estoy tirando la toalla ellos siguen giritos y contentos. Su velocidad de pensamiento en temas relacionados a sus áreas de experiencia es mayor que la de un joven.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), dentro de 22 años el mundo estará poblado por más de 400 millones de adultos mayores de 80 años. En México se estima que uno de cada cinco habitantes tendrá más de 60 años. ¿Qué panorama empresarial queremos entonces para Puebla? No es cuestión de inteligencia, es cuestión de experiencia.

Es cierto que no en todos los ámbitos se da, la experiencia no va relacionada sólo directamente con la edad. Pongamos a una persona de 60 años y a un niño de 7 en una consola de videojuegos y seguramente gana el niño, es porque a pesar de la edad tiene mayor experiencia.

Las compañías buscamos una persona joven debido a la idea de que podemos “formarla”. Pero también los jóvenes renuncian más pronto por una oferta mejor. Su principal motivación es el factor económico; mientras que para un adulto lo es la estabilidad.

Por otro lado, los avances tecnológicos y la pandemia misma han incrementado la complejidad de los empleos. Es necesario aprender nuevas técnicas y adaptarse a cambios constantes. Estos avances hacen más necesario capacitar a todos los trabajadores, en particular a los de más edad que hace mucho dejaron la escuela. Si bien las personas de edad mayor a 60 años requieren un poco más de tiempo y atención para procesar textos en comparación a gente más joven, tienen igual rendimiento. Además, la realización de nuevas tareas, desafíos y el aprendizaje, son los mejores estimulantes para una mayor productividad sin importar la edad.

En resumen, creo que debemos aprovechar los beneficios de conformar una fuerza de trabajo que incluya todas las edades. Imagine en su empresa la experiencia de las canas y la velocidad de ejecución de la juventud.

Y sí, yo tengo 50, canas y podría ser el prototipo de este texto.

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