Ni el gobierno federal, ni el estatal se andan con medias tintas, están empeñados en dividir y clasificar a la sociedad en buenos y los malos, en amigos y enemigos, en corruptos y honestos, en chairos y fifís, en liberales y conservadores.

Ni Morena, ni la mentada 4T parecen haber entendido que el “divide y vencerás” no siempre funciona, mucho menos en estos tiempos de crisis.

Y peor aún cuando las promesas de campaña no han sido cumplidas a dos años de trabajo.

En Puebla, por ejemplo, parece imposible que llegue un acuerdo de paz, un pacto de solidaridad y unión, de parte del gobierno estatal para con el resto de los sectores, y ni se diga con los medios de comunicación.

Clasificar y calificar a los enemigos con motes como “la banda de los conejos”, los integrantes de “la hermandad”, o como se les diga, más que risa da tristeza porque ni los peores gobernantes fueron tan agresivos.

Ni por los tiempos electorales ha cesado la guerra contra aquellos que son considerados enemigos del sistema.

Ahora las cosas son más duras, pues los ex amigos, o ex colaboradores, se han convertido en los peores traidores, o al menos así lo dictan las plumas oficiales.

Allí está el caso del ex secretario de gobernación, David Méndez Márquez, a quien nunca tocaron ni con media palabra en los medios, pero una vez que dejó el cargo ya es el peor de los personajes hostiles.

¡Que burdos, carajo!

¿Hasta cuándo terminará su rencor?

¿Hasta cuándo llegará un discurso de paz, unión y armonía?

La gente está cansada de tanta guerra, y aún ni siquiera empiezan las campañas.

Me parece un error garrafal que se siga en esa línea.

Si alguien comete un delito debe ser castigado, por supuesto, pero quién resulta más tonto, ¿el traidor o el que se sigue dejando engañar?

La traición, por supuesto, no tiene perdón, pero eso pasa cuando se elige a las personas equivocadas para desempeñar un cargo, a quienes no son profesionales.

Eso sucede cuando a los amigos se les empiezan a pagar las cuotas tan sólo por el hecho de haber echado madrazos, cuando no se tiene ni idea, ni visión de gobierno, cuando se administra no con la cabeza.

Dicen que no toleran la traición y tienen metido al enemigo en casa, hasta en los medios.

Dejarse llevar por el chisme, por el trascendido, por los grillos de oído, por la corazonada y por el presentimiento, para asestarle un golpe a un supuesto traidor, no es la mejor decisión.

Por qué no reprenden, enjuician y crucifican a quienes se sienten influyentes, a quienes no aportan y tienen en nómina sin hacer nada.

No es posible que en Puebla se siga clasificando entre buenos y malos, amigos y enemigos, leales o traidores.

¿Dónde quedó la visión de estado, la madurez y experiencia política?

Hoy por hoy, en Puebla, todos en el gobierno son todólogos.

Saben de todo, opinan de todo, deciden por todo y sobre todo.

Se siguen quejando del morenovallismo, es más, sintieron la mano caciquil, dura y abusadora de aquella administración, pero siguen haciendo lo mismo.

¿Pues no qué las cosas ya habían cambiado?

No todas las historias que se cuentan son verdad.

Cuentan sólo las que les convienen, las plumas a sueldo.

Esas que se siguen beneficiando sexenio a sexenio haciendo lo mismo de siempre, adulando, alabando y lamiendo las suelas de los poderos sin trabajar. Y lo peor, sin construir, diseñar o proponer en beneficio de Puebla.

Más atención deberían poner en verdaderamente clasificar y señalar a quienes se la pasan extorsionando a nombre del gobierno del estado, del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, que en estar pensando en supuestas historias de abuso.

Por algo el morenovallismo cayó, no se les olvide.

poncharelazo@yahoo.com.mx

En twitter: @poncharelazo

Facebook: Alfonso González

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