No hay duda que las manifestaciones organizadas en todo el país, particularmente en la CDMX y en Puebla, son expresiones legitimas que reclaman y exigen demandas también legítimas y justas para y por las mujeres.

Porque, lamentablemente, en el país y en muchos estados las agresiones en contra de las mujeres -de cualquier edad- continúan sin parar. Van incluso en ascenso.

Se habla que en el país se registran entre 10 y 11 femicidios todos los días, de que 6 de cada 10 mujeres son víctimas de violencia, de que violan a una mujer cada 6 minutos, y, lo peor, que el índice de impunidad es de 99.3 por ciento.

Y si a esto agregamos que en el último año las autoridades recibieron 220 mil 028 denuncias por violencia familiar, 603 cada día, además de un total de 260 mil 067 llamadas al 911 para denunciar actos de violencia en contra de una mujer, el enfado y el reclamo se vuelve aún más legal y viral.

Entonces no hay por qué recriminar a las mujeres, a las feministas y a todas aquellas que se manifiestan por la conmemoración del 08 de marzo, día internacional de la mujer, su enojo y organización para exigir justicia, igualdad, dignidad, honor y respeto a su integridad.

El reclamo y clamor de las mujeres es válido y legítimo.

La colocación de vallas y muros, en Palacio Nacional, por ejemplo, más que una medida de respeto parece un acto de provocación.

Primero, porque en la historia de México esto nunca había sucedido, ¿cuánto será el miedo del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO)?

¿No sería mejor haber lanzado mensajes directos de apoyo al sector femenino desde su trinchera?

Y segundo, porque estoy seguro que si AMLO le hubiese pedido públicamente a Félix, “el toro”, Salgado Macedonio, acusado de violación, dejar su intentona de ser candidato de Morena al gobierno de Guerrero, por petición de las mujeres, se las habría echado a la bolsa.

El mensaje habría sido contundente, e incluso hubiese pasado ya a la historia como el presidente más feminista, como tanto presume.

Sin embargo, no fue así.

El presidente hizo lo contrario y mandó colocar un muro para que las mujeres no lo molesten y lleguen a la entrada del palacio donde vive y despacha.

¿Un muro como el del ex presidente Donald Trump?

¿Era necesaria medida tan excesiva?

Lo que nos faltaba, sobre todo a las mujeres mexicanas.

Se equivocaron en Palacio Nacional, no debían haber bloqueado el paso sino más bien debieron haberle apostado a la razón e inteligencia de las mujeres.

Porque ellas, también, deben entender que nada ganan con maltratar, pintarrajear, incendiar, destruir y afectar la infraestructura urbana, sobre todo cuando se trata de monumentos históricos, patrimonio cultural o de la humidad.

Las manifestaciones, me parece, se vuelven ilegales cuando afectan intereses de terceros, eso tampoco es manifestarse libremente porque no hay más culpable de que se solape el machismo, el patriarcado, o el fenómeno que quieran en agravio de la mujer, más que el régimen de gobierno.

Y eso pasa cuando existe alguien que desde el gobierno promueve el discurso de odio, la guerra contra la oposición, contra el neoliberalismo, contra los medios y contra todo aquel que piense distinto.

¿Por qué no generar y lograr la igualdad en el discurso y con las acciones, con el ejemplo y con la defensa de todas ellas, de quienes han sido violadas, violentadas y agredidas de cualquier manera?

Al fin y al cabo, nada va a detener a las mujeres, ni los muros metálicos, ni las vallas, ni los violadores, ni los machos, ni los gobernantes, ni aquellos que asumen actitudes misóginas disfrazadas de discursos políticos.

Por cierto, aquellas que hoy son bloqueadas con muros y vallas, mañana serán invitadas a votar por así convenir a sus intereses.

¡Que asquerosidad, carajo!

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Armenta, devoto del machismo y el patriarcado

Presumió que fue el único legislador poblano fiel a AMLO porque votó a favor de la reforma energética, y que impulsó una iniciativa para expropiar el litio, el llamado nuevo oro blanco de México, pero no hace nada por las mujeres.

Y si es devoto de las ordenes e imagen del presidente, como dice, entonces parece que es un fiel enemigo del feminismo y de las mujeres, por quienes nunca salió a pronunciarse.

Es el senador -por Morena- Alejandro Armenta Mier, ex marinista, ex priista y quien hoy pretende construir el camino más fácil para convertirse en administrador del estado, por encima de la voluntad del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.

Así como traicionó al PRI ahora pretende hacerlo con el barbosismo, cuidando, desde luego, la voluntad presidencial porque no quiere que lo veten en la política nacional como ya lo hicieron en la local por sus actos.

Y es que Armenta quiere todo el pastel de las candidaturas, ya tiene la dirigencia estatal y ahora quiere apoderarse de la mayoría del Congreso del Estado, aunque tenga que pactar con la oposición.

Por eso al senador ya nadie le cree en el gobierno poblano, ni nadie le confía.

Eso sí, todos lo observan porque pretende infiltrar al marinismo en el gobierno, en las candidaturas de Morena para revivirlo.

Ojalá Armenta se deje de locuras y, al menos, se pronuncie en contra de los muros y vallas, en contra del machismo, del patriarcado y de las agresiones contra la mujer en todas sus expresiones, ya que haga sus intereses personales a un lado.

poncharelazo@yahoo.com.mx

En twitter: @poncharelazo

Facebook: Alfonso González

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