Todos estamos conscientes que los éxitos en nuestros negocios se dan gracias al talento de nuestros colaboradores, no hay magia en ello. Sin embargo, cuántas veces también hemos repetido que es realmente difícil encontrar talento que pueda colaborar con nosotros, que el talento se va o que se los piratean.

Administrar el talento humano debería de ser tan importante como administrar las operaciones del negocio. De hecho las operaciones no se administran solas, ni siquiera en las empresas más automatizadas, siempre se requiere del talento de las personas. Su administración debería ser gestionada como un proceso hecho y derecho en las organizaciones.

¿Pero qué clase de talento necesitamos? Generalmente llegamos a dos polos opuestos: Una definición de talento que requiere las habilidades de Batman, Shazam, Elon Musk y Stephen Hawking juntos (porque es imposible cumplir con ello), y además, con 15 años de experiencia. O tenemos claro qué talento requerimos, pero no lo reclutamos porque son caros. Mejor uno que pida poco y esté tranquilo. En resumen, un perfil que tenga el detalle suficiente para cumplir el mero requisito.

El segundo paso para administrar el talento después de definir qué necesitamos es contratarlo con la mayor cercanía posible a nuestras expectativas y sobre todo las que el negocio demande. Hay que salir a buscar el talento.

Hagamos el siguiente ejercicio: Pon una semilla de excelente calidad en la calle y regresa en 15 días. Vas a encontrar una semilla aplastada, asoleada, rota. Pon una semilla regular en un terreno abonado, fértil; al regresar te apuesto que ha germinado. Ahí está la tercera respuesta. El talento necesita un terreno en el cual pueda desarrollar al máximo su potencial. Hay que proyectarlo hacia un plan de carrera, que pueda hacer una vida en la empresa, comprometerse, crecer. Si el talento que hemos definido y contratado no encuentra una posibilidad de desarrollo acorde a su potencial se irá tarde o temprano.

Y finalmente si ya sabemos qué talentos necesitamos, los tenemos con nosotros, y tenemos claro cuál es su proyección en el largo plazo dentro de la empresa, tenemos que retomar la parábola de los talentos y grabarla en las mentes de nuestro personal talentoso: Si tienes un talento tienes que hacerlo crecer y multiplicarse. Hay que lograr que nuestros colaboradores estén dispuestos a potenciar ese talento en beneficio de ellos mismos, en beneficio del proyecto con la empresa, en beneficio de aquello que requerimos para ser más competitivos.

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