Es un hábito humano encontrarse ante la disyuntiva de la interpretación de la realidad que se revela a sus sentidos, tener que elegir entre las ofertas de la cultura genera malestar; cuando existen distintas opciones sobre una misma circunstancia y optamos por una es común que prevalezca por un tiempo la sensación de habernos equivocado. Esto nos ha impulsado a lo largo de la historia a buscar una explicación común sobre lo que sucede, incluso hemos denominado sentido común a la supuesta” capacidad para juzgar razonablemente las situaciones de la vida cotidiana y decidir con acierto”. Esto bajo la premisa de que existe ese alguien que juzga razonablemente. Porque incluso es diferente entre países, el sentido común japonés es distinto al sentido común mexicano; desde esa consideración, surge la duda sobre quien tiene la razón al interpretar la realidad, las respuestas serán igualmente guiadas por algún tipo de  sentido común, por ejemplo: quien tenga más éxito como país; sin embargo, Japón es hoy una de las economías más frágiles de los países desarrollados, ya no es la potencia que fue en 1980, su tasa de suicidios es la más alta entre los países miembros del G7. ¿Falló su sentido común? O quizá son circunstancias distintas, económicas, sociales, geopolíticas en razón del momento histórico. Tal vez ese sentido común es un mito, por lo tanto, aplica en el campo de el idealismo, pero no en la realidad cambiante. Porque idealizar la respuesta prefecta, la economía perfecta, el hijo excelente, etc., es situar algo en un tiempo congelado sin considerar el cambio como variable permanente.

Hay estructuras del lenguaje que habilitan pensar que es posible tener la verdad verdadera desde la religión en que se cree, la ideología política que se sigue, la profesión que se desempeña y de esta forma llegamos a pensar que en lo que creemos es lo único que interpreta la realidad. Actualmente las ideas de igualdad nos han permitido ver a los individuos de forma integral, sin determinar tajantemente cómo debe ser un niño, una joven, los adultos en determinada etapa, los ancianos, indígenas, extranjeros, o cualquier otra diferencia que pueda generar desigualdad en su desarrollo humano. Como ejemplo de esto viene a bien considerar lo que sucede en relación a la población LGTB. La mayoría de las personas, incluyéndoles a ellos mismos, continúa interpretando el tema de la orientación sexual desde la ciencia biológica, misma que describe diferencias entre hombres y mujeres al nacer, condición que en la adolescencia derivará en cambios físicos que los harán distintos en talla, fuerza y otras características sexuales secundarias a la cantidad de hormonas respetivas en cada sexo. Esto explica la diferencia entre hombres y mujeres de la especie humana, pero no explica la orientación sexual, los biologicistas intentan explicarla aludiendo que hay comportamientos homosexuales y bisexuales en algunas especies animales; lo cual, si vemos a detalle expone lo limitante de esta forma de explicarlo. Es decir, queremos explicar al humano a través del comportamiento animal, si solo explicamos al sujeto social con la biología dejaremos fuera otras particularidades que pueden sumar a su interpretación, como el lenguaje, la tecnología, la vestimenta, el arte, la cultura, el deporte, el idioma, la religión, la nacionalidad. Si ante el tema LGTB incluimos el análisis de la época, del lenguaje que se usa para nombrarles, de las ideas científicas que existen actualmente; podremos comprender que hay otras áreas del conocimiento que nos ayudan a explicar la realidad. De esta misma forma podemos analizar la violencia o la paz, incluyendo a todas las ciencias que impactan la vida del ser humano, desde las matemáticas presentes en todas las actividades diarias hasta las ciencias sociales que nos explica la conducta individual. Cuando a cada persona la pensamos desde la psicología, pero también desde el psicoanálisis, la biología, la física, la genética, la época en que nació y las ideologías que la han construido; tendremos mejor capacidad para observar y emitir un juicio sobre las circunstancias que le rodean.

Creer que la propia ideología religiosa, política, profesional, familiar es la que tiene la verdad sobre algo o alguien nos coloca en un lugar limitado para interpretar la realidad pues excluimos muchos aspectos del individuo. Todos y cada uno de los hombres y las mujeres que conforman la especie humana somos mas que un cuerpo biológico, merecemos ser vistos de forma completa, solo así podremos disminuir las desigualdades pues entenderemos las diferencias, un pensamiento incluyente hace comunidad y la comunidad sostiene los valores que nos permiten seguir progresando. Igual dignidad.

Abigail Baez

@AbigailBaezSC

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here