El pensamiento poético es una potente herramienta

que no debe minimizarse ni soslayarse.

Abel Pérez Rojas

Abro mi perfil en Facebook e irremediablemente una frase atrapa mi mirada.

Se trata de la afirmación de un querido amigo que escribe –hablando de ciertas labores académicas que asumirá-: No todo es poesía…

Siento en las palabras de mi amigo cierto orgullo de evidenciar una aparente verdad a la vista de todos: No todo es poesía…

Escribo sin pensarlo a manera de respuesta en el hilo de la publicación: “Amigo, a menos que sólo consideres a la poesía como un género literario”.

Cuando leo con detenimiento lo que acabo de escribir, dudo en dejar el comentario, pues, tal vez, debí de haber respondido con la cabeza fría y el corazón templado.

Me abstengo de borrar el comentario y me refugio en mis pensamientos tratando de argüir mi aseveración.

Luego, navego en Internet para encontrar disertaciones y opiniones que apuntalen mi breve, pero decidido comentario.

Al navegar, recuerdo los señalamientos de mi querido amigo y maestro, el doctor Luis G. Benavides Ilizaliturri —considerado actualmente como uno de los mejores educadores del mundo— quien hace algunos años, cuando trabajábamos de cerca sobre diferentes proyectos educativos, me insistía frecuentemente que algunas de mis afirmaciones no eran técnicas, sino poéticas.

Tardé en darme cuenta lo que el doctor me señalaba, quizá porque en aquellos días recientemente había publicado mi primer poemario y estaba trabajando sobre un segundo; además de que mi cercanía con la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE), me había llevado a estudiar y ocuparme en torno a la hiperbrevedad.

Cuando me di cuenta de lo que trataba de comunicarme el doctor Benavides, caí en cuenta que, en efecto, incurría en lenguaje poético cuando debía ser técnico, preciso y específico; sin embargo, tiempo después me convencí que uno no excluye al otro, sobre todo cuando la capacidad poética y la habilidad para pensar en figuras, y símbolos, facilita la disertación, y más tratándose de tópicos novedosos como los que se abordan en los doctorados.

El punto clave consiste, me dije, en saber cuándo usar uno y cuándo otro, cuándo combinarlos y cuándo dar cabida a otros.

El pensamiento poético es una potente herramienta que no debe minimizarse ni soslayarse.

Mientras pensaba en todo esto, reparé en el genial artículo que hace poco escribió mi querido amigo Miguel Ángel Martínez Barradas, titulado Lo invisible, lo secreto.

En ese ejercicio intelectual, Miguel Ángel vincula un poema de Sully Prudhomme, (poeta francés nacido en el siglo XIX y muerto en el XX), con otro del poeta y soberano chichimeca del siglo XV, Nezahualcóyotl.

Martínez Barradas detalla los vínculos entre la obra poética de dos creativos que no se conocieron y que, pertenecieron a siglos diferentes.

Miguel Ángel lo hace para concluir con una afirmación de suma claridad: la poesía es síntesis filosófica y puerta a través de la cual pasa lo esencial que nos conforma.

Cierto, la poesía está íntimamente vinculada con la filosofía, porque es filosofía, y ésta, es la cimiente de todo lo que sabemos, pensamos e investigamos.

Es decir, la poesía está en todas partes, todo es poesía, aunque nosotros elegimos mirarla o soslayarla; pero si nosotros decidimos hacer a un lado la carga poética de lo que hacemos o investigamos, eso no quiere decir que despojemos a las cosas, a las personas y las circunstancias, de su fuente poética y filosófica.

Entiendo que acostumbrados a fragmentar la realidad para poder estudiarla y, tener inconexa la misma en nuestro pensamiento, todo lo aquí expuesto parecerá equivocado, pese a la gran cantidad de investigaciones neurofisiológicas que abonan a la función sistémica del cerebro, punto ampliamente abordado por el científico y poeta Enrique Canchola Martínez.

Por otra parte, frecuentemente se reduce el universo de la poesía a ciertas rimas y composiciones románticas centradas en el amor y desamor. Se piensa que sólo eso es poesía y que eso es ser poeta.

Muchos de quienes se dicen ser poetas también lo creen fervientemente, por ello, considero preciso citar los versos finales de Charles Bukowski en su poema A la puta que se llevó mis poemas:

…como dijo Dios,

cruzándose de piernas:

veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía.

En efecto, son días de mucha pseudo poesía en manos de muchos pseudo poetas, pero no mucha poesía.

Sigo pensando en el comentario de mi amigo y en la respuesta que le escribí, me topo con interesantes artículos en torno al meollo del asunto, sin embargo, me llevo a cuestas la disyuntiva de que tal vez este pequeño pasaje que he compartido, se deba a la parcialidad de considerar que la poesía es sólo un género literario, o bien, a mi acendrado amor a la poesía.

Sí, todo es poesía, a pesar de quienes se dicen poetas y de quienes dicen no serlo.

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com

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