*Por: Mtra. Cintia Fernández Vázquez

El uso de la tecnología como medio para fortalecer los procesos de aprendizaje ha sido una constante en los escenarios de educación formal desde sus inicios. Hasta finales del siglo XX docentes y estudiantes aprovecharon herramientas análogas y digitales sin mayor controversia o contratiempo.

Instrumentos tecnológicos como pizarrones, libretas, lápices y plumas no hacen más que facilitar la didáctica y el estudio. O artefactos digitales más poderosos como calculadoras, computadoras, proyectores y software diversos se integraron en los procesos de construcción del conocimiento sin inconvenientes y con grandes beneficios.

El siglo XXI ha mostrado que la tecnología, particularmente aquella que favorece la socialización y la comunicación, tiene algo más que aportar a los procesos de enseñanza – aprendizaje y no siempre su contribución es positiva.

Una de las particularidades de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la actualidad, es su disponibilidad constante. Las TIC están en todas partes: dispositivos con acceso a Internet están en la palma de la mano de cada vez más personas, de tal manera que tanto los recursos para el aprendizaje pueden estar disponibles las 24 horas y 7 días de la semana, aunque estos mismos dispositivos también favorecen el acceso constante a otros espacios digitales que pueden ser distractores para el aprendiz, como por ejemplo, las redes sociales en la que se cuenta con acceso a contenido de todo tipo y también con capacidad para interactuar con muchas personas.

De esta manera, la diversidad de estímulos ofrecidos por las TIC que nuestro cerebro tiene que procesar a lo largo de una jornada pueden llegar a tener tanto efectos deseables para la educación, como también presentar obstáculos para el desarrollo integral de un ser humano en el contexto de un proceso formativo.

Cuáles son los beneficios que podemos aprovechar de las TIC como educadores hoy en día:

La facilidad para contar con acceso a la información desde cualquier lugar es una gran ventaja con la que cuentan docentes y estudiantes en la actualidad. La función de la educación es entonces, facilitar la construcción de esquemas cognitivos que permitan al aprendiz elegir fuentes confiables.

Las posibilidades para colaborar con los otros a través de diversos canales, pues ya no es necesario estar en el mismo espacio físico, ni siquiera en el mismo país, para hacer un trabajo en equipo y realizar tareas que favorezcan la acción colectiva.

La integración de diferentes medios de expresión, ya que más allá del lenguaje escrito o verbal, ahora estudiantes y profesores tienen infinidad de opciones para comunicar sus ideas a un grupo e incluso difundirlas en el mundo entero a través de fotografía, video, infografías, organizadores gráficos, podcast… entre otros.

Por otra parte, también hay que considerar que estos beneficios van acompañados de algunos riesgos que hay que aprender a gestionar al interior de las instituciones con estrategias intencionadas. A continuación, se mencionan algunos:

Tener la sensación de que se tiene que estar disponible las 24 horas los 7 días de la semana en los espacios virtuales puede ser agotador tanto para los estudiantes como para los docentes. Es importante gestionar el tiempo y saber poner límites.

Las distracciones constantes son un elemento que puede dificultar el aprendizaje, por lo que disponer de estrategias para identificar distractores y gestionarlos es una habilidad por desarrollar.

La exposición constante de la identidad en medios que no cuentan con configuraciones de privacidad, pueden ser un riesgo para la integridad de las personas, por lo que es importante aprender a tomar decisiones sobre aquello que es deseable compartir en distintos medios, así como el uso de herramientas para proteger los datos y la información personal.

La lista de beneficios y riesgos se puede extender aún más, pero considero que con los elementos mencionados quedan ejemplificadas las dos caras de la moneda del uso de las TIC en los procesos de aprendizaje. En el último año de pandemia, los docentes, estudiantes e instituciones educativas han vivenciado tanto los privilegios que el acceso a recursos tecnológicos nos puede ofrecer, como aquellas amenazas que pueden llegar a presentarse si las TIC no se utilizan de manera apropiada.

Tenemos un enfrente el gran reto de capacitarnos para desarrollar las habilidades necesarias para obtener el mejor provecho de la era digital que estamos viviendo, sin olvidar la importancia de mantener un sano equilibrio entre nuestras capacidades humanas y las inmensas posibilidades de automatización y conexión virtual que las tecnologías nos ofrecen.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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