Así como existe el bullying que se caracteriza por actitudes de acoso de una o varias personas hacia otra u otras, también existe el denominado “wollying”, que es el acoso que se da entre mujeres.

Desgraciadamente muchas veces entre nosotras nos saboteamos; no por nada existen los famosos dichos: “entre mujeres podemos destrozarnos, pero jamás nos haremos daño” o “mujeres juntas, ni difuntas”.

Amigas y conocidas me han contado que de todos sus jefes/jefas, las peores han sido las mujeres. Yo misma he vivido en carne propia el mal trato de una mujer, que a comparación de mi anterior jefe, fue una pesadilla.

Se supone que entre congéneres deberíamos de apoyarnos más, sobre todo considerando el gran esfuerzo que ha implicado para el sexo femenino ir obteniendo derechos y logros laborales, pero pareciera que es al revés, que es una lucha encarnizada entre jefas y subordinadas, así como entre compañeras de trabajo por tratar de demostrar quién es mejor pisoteando a las demás. Entiendo que en el mundo laboral una tiene que tratar de escalar posiciones, pero hay límites para las acciones o estrategias que se emprendan para lograrlo.

En el caso de las mujeres que alcanzan puestos más altos y que se vuelven unas Miranda Presley, la controladora y déspota jefa de la película Devil Wears Prada, quizá su actuar obedezca a que en el fondo temen ser rebasadas por quienes están aún por debajo de ellas, pero no se ponen a pensar que precisamente porque les costó un gran esfuerzo llegar a donde están, ahora podrían ayudar a quienes están en el comienzo del camino y eso no las volverá menos fuertes, inteligentes, perseverantes ni “menos jefas”. Es decir, mantener una actitud, aunque sea un poco más humilde ante las demás, les abona más como figuras de autoridad que navegar con bandera de “brujefas”.

Por desgracia, no solo en el ámbito laboral se dan este tipo de prácticas. Esta semana vi un reportaje acerca del “wollying”, acoso que sufren mujeres por parte de otras mujeres ya sea en el ámbito familiar o en el escolar y coincidió con comentarios que me hicieron un par de personas en cuanto al trato que mujeres dentro de una misma familia dan a otra o a otras por considerarlas menos; ambos casos son entre familias políticas, entre cuñadas o primas de los maridos, pero eso no minimiza el asunto.

Cualquier acoso puede llegar a hacer un gran daño a la víctima al generarle problemas de inseguridad y autoestima que, si no se atienden, a la larga pueden derivar en trastornos más graves como ansiedad y depresión, que podrían culminar con el suicidio.

Por supuesto que esto se da más en las adolescentes que lo padecen en sus escuelas al estar de por sí en una edad muy volátil por cuestiones hormonales. En esta etapa es donde les comienza a importar más su aspecto físico y encajar dentro de algún grupito de amigas, así que cuando son objeto de críticas soeces por parte de sus compañeras, el hilo entre una autoestima sana y una baja es muy delgado.

Aunque no es muy sonado, es una triste realidad el “wollying”.

Las mujeres no estamos exentas de ser crueles, pero, así como el bullying es algo que se comienza a aprender en casa, lo mismo pasa con el “wollying”.

Es lamentable que en vez de que como sociedad avancemos, parezca que vamos como los cangrejos. Que en lugar de que muchas mujeres vean y entiendan la equidad de género como el alcance de cuestiones positivas tales como mayores derechos y reconocimiento de lo que valemos como mujeres, incurran en prácticas que antes eran propias de los varones bajo el argumento de la equidad.

La violencia solo genera más violencia. Si las mismas mujeres nos dañamos entre nosotras, ¿Qué mensaje les estamos dando a las mujeres acosadas? Pues el de que son merecedoras de violencia por parte de sus novios o parejas al provocar que su autoestima esté disminuida y al hacerlas creer por ende que no valen lo suficiente para ser amadas de manera sana.

Esperemos que poco a poco tanto el bullying como el “wollying” vayan erradicándose, sino, no podremos aspirar a que la violencia en general se termine, porque como ya sabemos, la base de una relación sana en la vida adulta se da en los años de formación tanto escolar como familiar de los niños y las niñas, de las y los adolescentes.

  1. D. Tras el fallecimiento después de estar 20 días hospitalizada de “Polly”, mujer que fue atropellada adrede y arrastrada por calles de la delegación Iztacalco por su novio, Diego Helguera, la Fiscalía de la Ciudad de México buscará que se le juzgue por feminicidio y no por homicidio para aumentar su pena. Esperemos que caiga sobre él todo el peso de la ley.

Nos leemos el próximo lunes.

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