Hay una máxima que dice que la verdad no existe, que todo es relativo y depende del cristal con que se mira; luego entonces la mentira tampoco. En todo caso no es lo mismo decir mentiras que no decir la verdad.
A partir de estas premisas, cuando en alguna entrevista se descubre a un político diciendo mentiras y se le cuestiona al respecto la salida inmediata es “yo no he dicho mentiras, simplemente no he dicho la verdad”, pero nada más.
En este sentido, a escasos días de realizarse la consulta popular por parte del INE con la pregunta “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”, muchos dirigentes y cuadros políticos vinculados al proyecto de la 4T insisten en que la consulta será para enjuiciar a los ex presidentes y hasta nombres le ponen, sin embargo lo único en lo que todos coinciden es que nadie dice la verdad porque lo aprobado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación es otra cosa por demás confusa y semánticamente mal estructurada.
No obstante lo anterior, los promotores de la consulta impulsada por Morena, cuyas mesas son acompañadas con mantas con las fotografías de los ex presidentes con los ojos cubiertos con un cinta que impide verle los ojos, insisten en que lo que será consultado el 1° de agosto es si se está o no de acuerdo en que se enjuicie a los expresidentes, peor aún en algunas de las citadas mantas se puede leer también el texto de “recompensa” y el monto que supuestamente se robaron.
Otras citan textualmente “¿Quieres que Salinas, Peña y Calderón” vayan a la cárcel?, firma aquí, nada que ver con la pregunta contenida en los spots del INE.
Ante tantas contradicciones, algo que sí queda claro es que la consulta no es para enjuiciar a los expresidentes ni tampoco permitirá acabar con la corrupción y la impunidad, solamente se trata de un acto de venganza política que López Obrador trata de endilgar al pueblo, para que no sea él quien asuma el fracaso de este ejercicio.
No puedo imaginarme que en la planeación de la supuesta consulta del 1° de agosto el titular del ejecutivo federal y máximo líder del partido en el poder haya dicho al dirigente de Morena, si el resultado de la consulta es un éxito ganamos todos, pero si es un fracaso, perdiste solamente tú, sin embargo en política es el pan de cada día y ya encontrará la forma de recompensarlo o por lo menos consolarlo con un puesto en el gabinete, una embajada o que simplemente que regrese al congreso sin hacer ruido, como lo hizo el jefe de los superdelegados Gabriel García Hernández tras el fracaso de Morena en la capital del país.
En resumidas cuentas es lo que ambos aprendieron en su pasado no tan reciente y que jamás van olvidar y lo van a utilizar en cuanto sea necesario o por lo menos mientras la gente está anestesiada con las elecciones recién concluidas, el ejercicio que terminará la noche del 1° de agosto y la revocación de mandato de 2022.
El único que se salva de todo este enredo de medias verdades, medias mentiras y eufemismos es el INE, el cual con base en la ley se hará cargo de la promoción y de la realización de la consulta con la pregunta avalada por la SCJN pero que en los hechos nadie cree y menos toma en cuenta, empezando por el titular del ejecutivo federal.
Es decir, la mayoría de los militantes y simpatizantes de Morena se van con el discurso que desde la campaña presidencial de 2018 impulsó el propio López Obrador, con todas las contradicciones y mentiras que uno se pueda imaginar.
Solo así se entiende su arremetida en contra de Ricardo Anaya aquel 7 de marzo de 2018 al cuestionarle cómo le iba hacer legalmente para meter a Enrique Peña Nieto a la cárcel, porque él tampoco encontraba la fórmula para hacerlo y tan no la encuentra que parece decidido a perdonarlo y sacarlo de algunas de las mantas alusivas a la consulta, así como de algunas de sus más recientes declaraciones, por lo que todo se concentra en Felipe Calderón y Carlos Salinas de Gortari.
Será que López Obrador le está jugando al “Poncio Pilatos”, es decir lavarse las manos y que el pueblo bueno y sabio sea el que decida si sí o no se encarcela a los expresidentes, porque según él no va a votar, pero si no lo va a hacer porqué tanto interés en que se realice la consulta? Además en su reciente gira por el estado de Guerrero y en plena veda dijo que se debe enjuiciar a los expresidentes por privatizar la educación, ya que impidió que el país tenga más médicos y especialistas en cantidad suficiente.
Esto equivale a que si un juez federal o una autoridad del gobierno de la República no autoriza el traslado de una persona privada de la libertad en un penal estatal a uno federal porque así lo dicta el debido proceso y algunos meses después esa persona se fuga, la culpa sería de quien no autorizó el traslado a la cárcel federal y no de quien lo tiene bajo su custodia. Esto que parece un mal chiste ya pasó en la vida real y todo parece indicar que se volverá a repetir en otros ámbitos de la vida política del país.
Pero volviendo a la pregunta aprobada por la SCJN y plasmada por el INE en su spot, si bien es menos específica en cuanto a los ex presidentes, su alcance es mayor ya que podría alcanzar a todo aquel ex funcionario que haya desempeñado algún cargo en el pasado, incluyendo a varios de la actual administración, a menos que la pregunta dijera que solo de sexenios pasados.
De esto hablaré dentro de dos semanas, para ser más precisos el 2 de agosto cuando el INE haya dado el primer avance de resultados con base en el conteo rápido.