Todo extremo es malo. Las mujeres hemos criticado siempre al machismo por ser el principal causante de la opresión del género femenino, pero cuando en la búsqueda por acabar con las prácticas machistas y misóginas nos vamos también al extremo, eso ya no está bien.

¿A qué me refiero con esto?

A que como respuesta al machismo surgió el feminismo, que aunque se formó como una protesta ante la falta total de derechos de las mujeres, en los tiempos que corren ha caído en extremos, como las manifestaciones violentas que se han realizado además de que integrantes de grupos feministas han llegado a incurrir en afirmaciones que incluso rayan en el ridículo, como la que expresó una mujer en España hace algún tiempo a través de su cuenta de Twitter sobre el famoso juego de ajedrez, señalando que es machista porque el rey es la pieza más importante cuando en realidad tiene poca capacidad de maniobra para defenderse, mientras que a la reina se la relega a segundo plano cuando en sí ella es la única pieza con total libertad de movimientos para defender al rey.

En esto les doy la razón, la reina es la “todopoderosa”, pero de ahí a que grupos feministas exigieran que prácticamente se eliminara el juego o que se cambiaran sus piezas y reglas ya es caer en el absurdo, porque lejos de abonar a la lucha por la equidad de género, solo contribuyen a que la sociedad rechace al feminismo y lo califique de “extremo”.

A raíz del giro que ha tomado el feminismo que no solo en este ejemplo se ha mostrado extremo, comenzó a surgir el término “sororidad”.

Pero, ¿Qué es sororidad?

En palabras de la investigadora feminista mexicana, Marcela Lagarde, “sororidad” es: “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario…es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer”.

Es decir, “sororidad” es una forma de unión entre mujeres que buscan objetivos comunes mediante la solidaridad, no mediante actitudes extremas y aunque está basada en el feminismo, se puede decir que es una rama que busca seguir luchando por la equidad de género sin que se tenga que incurrir en agresiones hacia el sexo opuesto, como suele ocurrir con el feminismo.

Hace poco les platiqué acerca del “wollying”, es decir, del bullying entre mujeres y de las actitudes que muchas que alcanzan puestos importantes tienen con sus subordinadas, actitudes que no esperaríamos tuvieran, considerando que entre féminas deberíamos de apoyarnos y entendernos mejor.

Pues la “sororidad” debería ser la forma de afrontar lo anterior, porque solo uniéndonos entre mujeres lograremos alcanzar la tan anhelada equidad de género, el problema es que aún es  desconocida por la mayoría, por lo que en primer lugar, gobiernos y empresas deberían trabajar en realizar campañas para su difusión.

Ya realizado esto, aunque un cambio social basado en la práctica de la “sororidad” no será tan rápido, por lo menos ya se estaría poniendo la semilla, que poco a poco, día a día, iría rindiendo buenos frutos.

Nos leemos la próxima semana.

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