Era cuestión de tiempo para darse cuenta de que ir en contra de la cromática de Morena no traería buenos dividendos para el gobierno de la capital del país, próximamente México-Tenochtitlan, sin embargo tuvo que ser un fuerte revés político como el del 6 de junio lo que obligara a las autoridades de la Ciudad de México a abandonar el color verde para retomar el guinda del partido que las llevó al poder.
Hasta donde se sabe, el gobierno de la capital del país era la única entidad federativa que no se había alineado a los colores de Morena para desmarcarse de la administración anterior, pero a tres años de asumir el gobierno ésta decisión fue revocada y a partir de ahora quienes residan o visiten la CDMX verán una imagen urbana cada vez más identificada con los colores del partido del presidente; no podía ser de otra manera.
Ésta medida incluye cambios de verde a guinda de los logotipos de la papelería oficial, chalecos de los servidores públicos que apoyan los puestos de vacunación contra el Covid-19 y posiblemente hasta de las nuevas patrullas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que se parecen más a las de la Policía Nacional de Colombia (cuerpo de policía militarizado) que a las de color azul que circulan por casi todo el mundo y que dan identidad a la función policial más allá de cuestiones políticas.
Será que a las autoridades de la CDMX les faltó observar lo que han hecho los demás gobiernos emanados de Morena, como en el caso de Puebla que hasta las patrullas mandó pintar de color guinda para ir en sintonía con la nueva imagen de honestidad? O es que la Jefa de gobierno capitalino quiso romper paradigmas e imprimir su sello personal de mujer comprometida con el medio ambiente pensando que eso la desmarcaría de los demás candidatos rumbo a la presidencia de la República?
De ser así queda claro que no fue la mejor decisión, ya que no le alcanzó para retener la mayor parte de alcaldías y por lo menos la misma cantidad de diputados que tenía en el congreso local, peor aún, le acaban de quitar la diputación federal del Distrito 3 que abarca la alcaldía Azcapotzalco por decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo que puso furibunda a la jefa de Gobierno, quien no dudó en calificarla como un robo, cosa que no haría sin el respaldo de su partido pero sobre todo el de López Obrador, a quien cada día emula con mayor frecuencia en cuanto a su actitud y lenguaje, con mayor razón cuando se presenta a inaugurar obras y sus seguidores le gritan “presidenta, presidenta”.
Si retomamos la máxima de que en política no hay coincidencias, será más fácil entender que la llegada a la secretaría de gobierno de Martí Batres de la capital del país traía implícito el cambio no solo en la forma sino en el fondo de lo que es hacer política y eso incluye la sustitución de los colores con los que la gente identifica a Morena, para que todo lo hecho a partir de ahora se pueda traducir en votos en 2024 para Claudia Sheinbaum en su camino a la presidencia de la República.
En una de esas veremos un cambio de color hasta en las recientemente inauguradas Líneas 1 y 2 del Cablebús, ya que por ahora lucen una tonalidad azul, esa que tanto odian por identificar a sus adversarios políticos.
Sin embargo, por más que el color guinda sustituya al verde, las prácticas de influyentismo y corrupción de las autoridades y servidores públicos de la Ciudad de México no van a cambiar de un día para otro, como tanto lo presumen la jefa de gobierno y el presidente de la República.
Como muestra basta un botón, a partir del jueves19 de agosto la Alcaldía de Xochimilco ubicada al sur de la capital fue escenario para la vacunación anti Covid de jóvenes de 18 a 29 años, así como de algunos rezagados. Un considerable número de personas de toda la capital del país hicieron largas filas y comenzaron a formarse desde las 10 de la noche del día anterior para poder acceder a una vacuna Pfizer a las 8 de la mañana, ejemplo de orden, respeto, honestidad y solidaridad según los dichos de Claudia Sheinbaum y López Obrador. A la hora que comenzó la vacunación la fila para acceder a una dosis rebasaba los 5 kilómetros y el promedio para alcanzar un puesto de vacunación promediaba las 5 horas.
En medio del desorden generado por la falta de planeación y de capacidad de mando por parte de las autoridades, comenzaron a llegar grupos de personas identificadas totalmente con Morena, así como conocidos y familiares de los funcionarios de todos los rangos, quienes avanzaron sin problemas hasta el único punto de acceso y en cuestión de 10 segundos, en vez de 10 horas de espera, ingresaron a la fila para la vacunación con solo saludarlos familiarmente, decir que venían recomendados o bien presumirles “ya tengo 18 años”, en particular por parte de mujeres.
Si eso no es influyentismo y corrupción, entonces que en las conferencias mañaneras desde Palacio Nacional o desde cualquier otra sede de gobierno estatal, municipal o su equivalente en la CDMX que alguien nos explique cuál es su concepto de corrupción o por lo menos le den un “pañuelito blanco” cada día al presidente de la República para que lo presuma sin preocupación que ya no hay corrupción, porque con prácticas como ésta en un solo día se le vuelve a manchar.
En síntesis, el solo cambio de color del chaleco de verde a guinda no significa un cambio en la actitud y honestidad de los servidores públicos emanados de Morena, a lo mucho sirve para buscar más votos a través de los programas sociales y de salud del gobierno en turno regalando vacunas a cambio de su apoyo incondicional por haberles salvado la vida. Esto no es como apagar y volver a encender la luz.