El transporte desde siempre ha sido pieza clave para el desarrollo económico de toda sociedad. No existiría industria alguna sin traslados de insumos, productos o materias primas. No existiría expansión nacional e internacional de las empresas. ¿Pero qué tanto hemos demandado transporte? ¿Qué tanta afectación directa o colateral tiene en nuestras vidas esta demanda?
Hablar de esto y reconocer sus secuelas diarias en nuestro país, es un tema bastante complicado. No podemos parar el transporte de aquellos que viajan a diario a su trabajo, o el de los paramédicos que corren a salvar vidas. Sin embargo, me parece importante contextualizar y ver si los pasos que estamos dando son en el camino correcto o vamos para atrás como cangrejos.
“En México, el sector transporte incluye la aviación, vehículos para la actividad agrícola, el transporte marítimo y el automotor que, en conjunto, emiten una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del país.” – Iniciativa Climática de México
Desafortunadamente, como diría Molotov: “nos manejan mal”. Cada día crece más la dependencia a los combustibles fósiles. Hablando sólo del sector automotor, este contribuye con el 22% de las emisiones GEI, constantemente crecen las tasas de motorización, y cada día y de manera desmedida están creciendo nuestras ciudades. Ciudades donde los pobladores ocupan medios de transporte ineficientes y altamente contaminantes. ¿A poco los ruta 21 o 55 se ven muy afinados?
Conforme al Reporte de Transparencia Climática 2020, le seguimos apostando a las industrias contaminantes o a aquellas que carecen de prevención del cambio climático con tal de recuperar nuestra economía tras la pandemia. ¿Que no se han dado cuenta que también hay futuro y mucho negocio en las energías renovables?
Sin querer, o tal vez de manera consciente, somos parte de un círculo vicioso que afecta nuestra calidad de vida. Así que yo te pregunto: ¿vale la pena no exigir, conformarse y darle en la torre al aire que respiramos?
Hagamos un cambio real de conciencia y demos esos pasos en conjunto. Es vital exigir una transformación, y no conformarnos con 1, 2, 3 0 4Ts. Exijamos transporte público de calidad y más regulaciones sin mordidas. Exijamos que México cumpla con lo acordado en el G20 y que no “se contamine en sentido opuesto”. Aseguremos la calidad del aire, la salud de la población y luchemos por convertirnos en ciudades más limpias y habitables.
Comencemos por aquellas ciudades como la mía, que aún contamos con más terrenos disponibles. ¿Qué pasaría si fortaleciéramos parques públicos o reforestáramos zonas agrícolas y suburbanas? La plantación de árboles es una estrategia básica en la reducción de problemas ambientales. Tan sólo un árbol joven puede almacenar alrededor de 11.3 kg de carbón atmosférico por año. ¿Ya multiplicaste?
Durante esta pandemia, el uso de la bicicleta en el municipio de Puebla se triplicó, pasando de 20 mil a 80 mil usuarios. Aún así, la gente rechaza las ciclovías; ni usuarios ni vecinos están 100 por ciento conformes. Es imperante tener una mejor planeación y coordinación entre el municipio y el estado para evitar este rechazo, y sacarle jugo a esta nueva manera de moverse de los poblanos.
Ayudaría mucho la generación de zonas peatonales más amplias y seguras; y a nivel empresarial, incentivar la atracción de empresas con buenas prácticas ambientales.
Cada año mueren alrededor de 14,700 mexicanos a causa de enfermedades asociadas a la contaminación del aire. Puebla ocupa el tercer lugar de la peor calidad del aire según la concentración de materia particulada. Diariamente se pierden millones de horas productivas, los ingresos de las personas disminuyen por los costos crecientes del transporte, y se incrementan los niveles de contaminación ambiental y auditiva que afectan la salud. Te lo vuelvo a preguntar, ¿de verdad vale la pena seguir así? El cambio no es fácil, pero es urgente. Comienza por algo sencillo. Qué tal como yo, usa menos tu auto y más tu bici.
Alrededor del mundo, hasta nueve de cada diez personas respiran aire contaminado, lo que provoca unos 7 millones de muertes prematuras al año, y de ahí, 600,000 son de niños.
Si no actuamos con decisión, esta cifra podría duplicarse para 2050. Necesitamos tener en la mira a la industria automotriz eléctrica y otras soluciones inteligentes en movilidad. Eso es lo que viene para los próximos años, el futuro a corto plazo… Aunque el presidente vea para otro lado.