Con el primer minuto del 1° de octubre del año en curso comenzó la cuenta regresiva para Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República, ya que derivado de las reformas constitucionales vigentes deberá  entregar el cargo el 1° de octubre de 2024.

De esta forma la primera mitad del sexenio habrá durado únicamente 2 años y 10 meses y los restantes 3 años han comenzado a transcurrir.

Es así que el inicio del mes de octubre marcará el «punto de inflexión» de la administración en términos de tiempo, el antes y el después de la primera mitad del ejercicio del poder.

A partir de ahora ya no será válido decir por parte del titular del ejecutivo federal que apenas llevamos tantos años, meses y días, sino que ya sólo nos faltan tantos más para concluir el mandato.

Tampoco las cosas serán igual de tersas como antes toda vez que el ejercicio del poder desgasta y si como López Obrador ha dicho que trabaja al doble de como lo hacían presidentes anteriores, entonces el desgaste ha sido mayor y en breve comenzará a pasarle las facturas cada vez más difíciles de sortear.

Prueba de lo anterior es que el día de ayer durante su evento de balance de acciones de apoyo tras el paso del Huracán «Grace« en la sierra norte de Puebla, un grupo de afectados por el fenómeno meteorológico irrumpió en el auditorio del recinto ferial de Huauchinango, donde se encontraba reunido con parte de su gabinete y el gobernador de Puebla, en algo que coloquialmente se conoce como «portazo» y lo tomó por sorpresa, reclamando la no inclusión de varias familias afectadas y la incorporación de personas que no resultaron damnificadas, pero que eran allegadas a funcionarios del gobierno.

La respuesta de López Obrador ante dicha interrupción ya no fue como en otras ocasiones cuando hacía gala de su dominio de la escena y en esta ocasión tuvo que ser auxiliado por mandos y elementos del ejército para poder salir del auditorio.

Es más, tuvo que dejar «en prenda» a los titulares de las secretarías de Seguridad y Protección Ciudadana y del Bienestar, para que atendieran los reclamos mientras él abandonaba el recinto con el pretexto de que tenía tares pendientes en el estado de Tlaxcala.

Como pocas veces, en esta ocasión dejo entrever su talante autoritario cuando dos personas se le acercaron para plantearle sus demandas y manoteando pero sin soltar el micrófono las alejó de su persona al tiempo que en un tono enojado e intolerante preguntaba si lo iban a dejar hablar, si lo iban a respetar, a sabiendas que el respeto se gana y que con gritos, divisiones y descalificaciones, como las que le ha endilgado a sus adversarios, no llegará muy lejos antes de ser tratado de igual manera.

Dicho en otras palabras la primera prueba de fuego del último tramo de su gobierno se dio en Huauchinango, de dónde salió a toda prisa y resguardado por elementos del ejército porque lo que es su ayudantía, “hizo agua” por dónde quiera que se le quiera ver.

Otra prueba será el día de hoy en la mañanera cuando los periodistas no alineados le pregunten por el ex consejero jurídico, el secretario de Comunicaciones y Transportes y la pareja sentimental, que no concubina, del exgobernador de Puebla y ahora director de la CFE Manuel Bartlett, cuyos nombres aparecieron en lo que se conoce como «Pandora Papers«, que no es más que una lista de miles de empresarios y algunos políticos mexicanos que llevaron sus fortunas o realizaron movimientos de dinero hacia paraísos fiscales como las Islas Vírgenes británicas.

Menos mal que el ex consejero jurídico de la Presidencia renunció hace más de un mes porque de lo contrario el escándalo sería mayor.

Pero para los que hablamos en prospectiva, su precipitada y no explicada salida de Palacio Nacional sólo confirma que el caso «Pandora papers» ya había “tocado” al ahora ex consejero jurídico y solo faltaba que la información fuera publicada, porque como todos unos profesionales del periodismo los investigadores responsables del caso primero tocaron base con cada uno de los señalados y eso fue lo que lo alertó para abandonar el barco y no afectar la investidura presidencial.

Ahora solo falta ver cuál es la reacción del secretario de Comunicaciones y Transportes y el director de la CFE, a quienes les quedan únicamente dos opciones, la primera es dar más de una maroma en el aire y tratar de caer parados y la segunda, con toda dignidad poner sus renuncias en el escritorio del presidente de la República e irse a disfrutar sus fortunas.

Con estos dos primeros acontecimientos (portazo en la sierra norte de Puebla y publicación de los «Pandora papers«), definitivamente los tres años que faltan a López Obrador, mejor dicho dos porque el último ya solo es para «nadar de muertito», no van a ser nada fáciles, a menos que al eslogan «por el bien de todos primero los pobres«, se le adicione las palabras «de mis hijos y de mis amigos«.

De cualquier manera habrá que desearle suerte para el ejecutivo federal porque la va a necesitar y también pedirle que se serene, que mucha falta le va a hacer.

Por lo pronto el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera adelantó que iniciará las investigaciones correspondientes, sin embargo también para él será una prueba de fuego, a ver si se atreve a incluir a los personajes antes señalados o solo a sus enemigos.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here