“Fracaso” dicen por ahí algunos sobre aquella reforma propuesta en el 2013 por el gobierno de Peña Nieto. Una reforma vigente que promete una mejora general del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), recibos de luz “menos caros” y un gas más barato. Una reforma que abrió la participación de empresas privadas en la generación de electricidad. ¿Pero estaba lista la CFE, México o el actual gobierno para esto? ¿Era o es una propuesta que realmente vela por el bien de los mexicanos?

Al hablar del tema, más que columnista, me siento una Paty Chapoy, o mejor, en un “Quién es quién” de la Mañanera. El actual presidente dice que esta reforma representa “al modelo neoliberal que desfavoreció a Pemex y a la CFE, dejándolas al borde de la desaparición”. Por su parte, Pedro Joaquín Coldwell, aseguró que la reforma energética de Peña Nieto fue por una necesidad financiera: “Salinas y Peña Nieto mismo no abrieron al sector de la inversión privada por capricho, sino por una necesidad imperiosa, los enormes recursos que se requieren para expandir la infraestructura eléctrica”. ¿A quién le crees?

Te quedes con melón o con sandía, los números hablan por sí sólos. Según el Inegi, la inflación a tasa anual este 2021 se ubicó en 6.2% en la primera quincena de octubre ante el aumento de los precios en alimentos y energéticos. ¿Será que como este mismo instituto afirma sea por la eliminación del subsidio a las tarifas eléctricas al terminar el programa establecido en la temporada de verano?

Desde mi trinchera, como empresario, lo que veo es que la inversión extranjera cada vez es menor, y esto no es nada nuevo. Es mucha la incertidumbre en el sector: el caso de Ley de la Industria Eléctrica, los acuerdos emitidos por el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y, ahora esto. La inversión extranjera es necesaria para complementar el crecimiento económico de nuestro país, que haya más y mejores empleos, e intercambiemos conocimiento y tecnología.

En el 2018 aunque las cosas iban medio tembleques, parecía que esta reforma trazaría un nuevo rumbo para la industria energética en nuestro país y haría de este un mercado sumamente atractivo para los inversionistas. ¿Pero si hoy 2021 se nos están yendo?

La reforma propuesta por López Obrador pretende cancelar contratos, eliminar a los reguladores y que el Estado meta su cuchara y tenga control por ejemplo, en la exploración y producción de litio. ¿Te imaginas la cantidad de compañías que se quejarían por el incumplimiento de contratos? ¿Te imaginas el nombre de México en cortes internacionales? Y no profundizo en la afectación que tendría en tratados como el T-MEC.

Para Jeremy M. Martin, vicepresidente de energía y sustentabilidad del Institute of the Americas, “la reforma energética avanzaba favorablemente para cumplir las metas de transición energética además de detonar mucha inversión.” Pero entre tanto grito y sombrerazo a la llegada del actual gobierno sólo se ha tenido incertidumbre y retroceso, cosa que me parece gravísima. ¿Tú qué opinas, con cuál te quedas? ¿Se aprobará la nueva reforma energética o nos preparamos para un lamentable discurso acusando a la “oposición”?

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