*Mtra. Mercedes Núñez Cuétara

A finales del 2018 empezamos a escuchar en diversos medios de comunicación sobre el origen, el avance y los riesgos que implicaban las entonces llamadas caravanas centroamericanas. Este grupo de migrantes conformado por personas provenientes de distintos países centroamericanos, concretamente del llamado triángulo norte de Centroamérica: Guatemala, Honduras y el Salvador; encontraron en el poder y la fuerza del colectivo un camino más seguro para llegar a Estados Unidos en búsqueda de una vida libre de las violencias sociales y económicas que viven día a día.

Las caravanas reconfiguraron el imaginario que había sobre la migración en tránsito. Es decir, pasamos de considerarla propia de migrantes varones, solitarios y ocultos a representar la migración en tránsito como familiar, en colectivo y visible. A tres años del auge de dichas caravanas, y aún con la pandemia por Covid 19 de por medio, han surgido reconfiguraciones dentro de etas que les ha permitido resistir y continuar. Un cambio reciente fue la incorporación de personas provenientes de Haití y Cuba.

Las posturas gubernamentales de los países implicados en el tránsito de las caravanas centroamericanas también han ido cambiando. En el caso de México, las caravanas empezaron precisamente durante la transición de los gobiernos de Peña Nieto y López Obrador. La primera reacción del gobierno de López Obrador fue otorgar tarjetas humanitarias con duración de un año a las personas integrantes de estas para poder residir en México, aunque mientras esto ocurría al sur del país en el norte comenzaron a cerrar los albergues de migrantes que se encontraban en la frontera y que eran operados por instancias gubernamentales.

Ante la presión del gobierno de Estados Unidos la postura del nuevo gobierno mexicano, aparentemente de apertura, dio un giro fuertemente caracterizado por intentar la disolución de las caravanas, la persecución de migrantes dentro de los albergues y la militarización de las fronteras. La evidencia más clara de este momento fue la presencia de la Guardia Nacional en los procesos mencionados a finales del 2019 y principios del 2020.

A pesar de esta persecución y de la llegada de la pandemia por Covid 19, las caravanas no han dejado de formarse y siguen su camino en la búsqueda de una vida más digna. Los intentos de las autoridades mexicanas por desarticularlas han sido infructíferos ¿cómo detienes el avance de tantas personas haciendo un solo cuerpo? La caravana con más integrantes ha sido de 7,000 y las dos últimas se han conformado de 2,500 personas.

Hace aproximadamente dos semanas estuve en una conferencia sobre migraciones y el ponente, Alberto Ares S.J., mencionaba que hoy en día las detenciones migratorias son distintas al imaginario del encierro o los centros de detención y que por tanto era necesario identificar las formas actuales de detención migratoria. Sus palabras me dejaron pensando en ¿cómo serían estas nuevas formas? y parte de la respuesta llegó a mi hace un par de días con la noticia del pacto que hizo el gobierno mexicano, hace tan sólo un par de días, con las personas que conformaron la caravana más reciente. El gobierno les ofreció a las personas que ya tenían un trámite de refugio iniciado la residencia temporal y a quienes no habían iniciado trámite les otorgó nuevamente una tarjeta humanitaria para poder estar en México durante un año. La condición implícita, fue frenar su camino hacia la frontera norte al enviarlos a continuar sus trámites migratorios en otros estados de la república mexicana, todos ellos estados no fronterizos. Pareciera que la intención es distribuir a las personas de las caravanas a lo largo del país para poder invisibilizar su presencia que es más que evidente y fuerte en las ciudades fronterizas.

Como decía, esta noticia reveló parte de la respuesta… la estrategia es mantenerlos lejos de la frontera de Estados Unidos, invisibilizarlos de nuevo y detener (de ahí las nuevas formas de detención a las que hacía referencia) su caminar ofreciéndoles una falsa seguridad de poder permanecer en México. Hablo de una falsa seguridad porque la residencia y la visa humanitaria no les otorga derechos de facto o apoyo directo, simplemente los deja permanecer en territorio mexicano bajo su propia suerte. Muchas de estas personas no tienen redes en México a diferencia de las redes con las que cuentan en Estados Unidos, incluso de familiares directos. Esta situación convierte a México en un destino forzado para las y los migrantes de las caravanas cuya meta y mente sigue estando en Estados Unidos. Estas nuevas formas de detención, más sutiles y disfrazadas de ayuda humanitaria, solo pretenden frenar el tránsito de estos grupos y dejan en claro que las formas de detención migratoria están cambiando.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Sus comentarios son bienvenidos.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here