*Por: Mtro. José Valderrama Izquierdo
Pensemos por un momento, cómo es que las tecnociencias están afectando nuestras prácticas y conceptos, abriendo a velocidades increíbles, tantas posibilidades como la creatividad humana lo facilita y todo eso está afectando diversos campos culturales de forma importante, reflexionemos al menos un aspecto que podría transformar la vida como la conocemos, el trabajo.
Presenciamos día a día y con más fuerza la nueva dinámica que se impone desde el uso diario de la tecnología que impacta en las múltiples funciones e interacciones sociales, laborales y operativas de la vida diaria, y es claro que en ámbitos como el económico o en las operaciones de Inteligencia Artificial (IA), ya están produciendo movimientos financieros de gran envergadura y claro, también en muchos otros ámbitos, algunos políticos, otros empresariales y muchos autónomos o independientes. Todo esto no sería posible sin el lenguaje de programación, que como buen lenguaje nos puede articular culturalmente de nuevas formas que dan sentido, tan solo pensemos en la blockchain o en el actual boom de los NFTs, que están ampliando no solo el campo tecnológico, sino el cultural, el artístico y por supuesto el económico, solo por referir algunos de sus impactos directos.
Esto anterior es prueba fehaciente del poder del lenguaje y las tecnociencias, que juegan y jugarán un papel protagónico tanto en la resolución sistemática de problemas, como en la generación rizomática de posibilidades en muchos ámbitos donde la IA se hará presente. Un ejemplo de esto será el nivel de autoconocimiento que tengamos de nosotros mismos, la ciencia y la IA, sabrán más de nosotros que lo que nosotros mismos sabemos, porque en la dinámica de vida en torno al trabajo, no tenemos mucho tiempo para el autoconocimiento. El trabajo nos ha definido en los últimos siglos, pero con la IA y su algoritmo, así como con el desarrollo tecnocientífico de cambio y evolución constante, lo cambiará drásticamente. Ante esto habrá que cuestionar seriamente la visión educativa unidireccional y disciplinaria dirigida al trabajo, ya que para bien y para mal, es ahí donde se sigue jugando el sentido de la existencia humana.
Por eso la imperante urgencia de reconocer los procesos creativos en un contexto más complejo y vulnerable, será contar con la posibilidad de resignificar nuestro futuro usando nuevos lenguajes que posibiliten el desaprendizaje y la reinvención intencionada y creativa para proponer un nuevo horizonte humano capaz de asimilar y utilizar las innovaciones tecnológicas a favor de procesos de vida y cuidado común. Ante un mundo que exige respuestas prontas y expeditas, tendremos que confrontar lo que entendemos por trabajo, y vayamos más allá de lo que Byun Chul Han llama la sociedad del rendimiento y de la auto explotación, ambas respondiendo a la lógica actual del trabajo y que pone en entredicho el concepto de libertad y el de calidad de vida.
Hay que dar un golpe en la mesa de autoridad comunitaria, de aquello esencial para garantizar mínimos de bienestar socio ambiental, para esto se podrá poner en marcha nuevas axiologías determinadas participativamente, para eso es clave el entendimiento tecnocientífico epocal, en el cual la praxis creativa algorítmica puede establecer principios basados y establecidos en la colectividad, en la autentificación del dato, en la democratización del peer to peer.
Liberar el algoritmo creativo es asumir que estamos ante nuevas posibilidades desde el lenguaje de la programación y la IA, con los que antes no contábamos, por eso el contexto epocal nos llama a crear, esa posibilidad rizomática está al alcance y mayormente en la formación profesionalizante, no se mira esa posibilidad. Nuevamente es el arte el que da la lección, en la fenomenología artística contemporánea, se efectúan operaciones tecnocientíficas que están desarrollando procedimientos para ampliar el campo cultural. Tan solo pensemos historiográficamente un poco, no hace muchos años existían espacios de validación cultural como lo son los museos y galerías, hoy los creadores artísticos, ya están aprendiendo a trabajar inter, multi y transdisciplinariamente, y eso está repercutiendo en las formas de validación cultural de sus trabajos, ya no son solo las instituciones culturales, las encargadas de validar sus creaciones, ahora puede ser un grupo de científicos o una asociación internacional, se está reproduciendo una forma de hacer arte, que se nutre de la complejidad del mundo y las creaciones responden a esas complejidades, abriendo horizontes para solventar creativamente problemáticas específicas.
Ahora bien, si a este orden rizomático y creativo que el arte nos ejemplifica, le sumamos la posibilidad tecnocientífica y las posibilidades de liberar nuestra creatividad algorítmica, podemos afirmar que hay grandes posibilidades de modificar el sentido de las lógicas actuales, como la del trabajo. Está claro que los cambios vendrán a gran velocidad, veamos sí podemos liberar nuestra creatividad algorítmica y hacernos responsables de la axiología que imperará en los próximos años, el otro camino, el de dejar que otros tomen las decisiones, bueno, el mundo ya lo está viviendo o sufriendo. Seguiremos siendo algorítmicamente seducidos y entretenidos, o invertiremos conscientemente nuestra vida en crear y reinventar nuevas reglas de juego.
El autor es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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