BIEN Y A LA PRIMERA

Omar Espinosa

La mañana pintaba ser igual a la de cualquier día de la semana laboral. Como acostumbra, el locutor estaciona su auto y camina hasta la esquina donde habrá de detener su andar pausado. Tras acceder al negocio, estará retrayendo sus pensamientos y pedirá el habitual café, con el mismo tono y volumen en la voz. Al fin locutor.

En la única mesa ocupada de la terraza, metros antes de la entrada del local está ella, sentada tomando café, con libro en mano; levanta la mirada para dirigirla a los ojos del locutor, que absorto, no precisa más que responder la fijación ocular. No puede pensar, pero sí experimentar algo que los científicos no llaman “amor a primera vista”, porque se dice que tal situación, no existe y por tanto, no hay parámetros cuantitativos ni cualitativos que lo puedan comprobar.

El locutor logra separar su mirada inquietante de aquellos ojos, solicita al mesero su bebida, paga, la mira de reojo (no esconde y menos puede fingir su nerviosismo) y se retira pensando, no menos que reflexionando, si eso que acaba de sentir se asemeja a lo que tres décadas atrás experimentó cuando por primera vez entró a una estación de radio y pisó un estudio de transmisión. ¿Fue una simple atracción momentánea? Suspira, finge ver su móvil, considera regresar para hablar con ella, pero no, sigue su camino pensando, asegurando y nuevamente confiando que no importa la ciencia, pues el amor a primera vista existe; eso fue lo que antaño le sucedió y en ese día de convencional apariencia, el universo jugó una carta llamada “destino”.

El locutor confirmó que nada en la vida es una “casualidad”. Algo en el pasado tuvo que suceder para que hoy la “causalidad” surtiera efecto. Así que sí, el amor a primera vista existe tanto en la radio, como entre los seres humanos.

Casualmente y sin saberlo, ambos personajes de esta historia ficción (¿o no?), comparten el uso de la voz para sobrevivir y el destino nuevamente los volvió a encontrar en la misma línea de tiempo; historia que quizá un día se pueda expresar, si así la narrativa permisible para este espacio lo admite.

De tal forma que, expresar mis pensamientos en este espacio periodístico, tampoco es casual. Le cuento.

Son ya 104 columnas de opinión que a lo largo de 2 años he compartido en las páginas, primero impresas y ahora digitales de este gran diario en Puebla. El Grupo Editorial Síntesis me ha permitido por 24 meses platicarle de temas radiofónicos, periodismo y comunicación.

Así que es justo el momento para agradecer.

A Don Armando Prida Huerta, que me abrió las puertas de su periódico y confió en que la columna “Bien y a la Primera” sería de interés para quienes gustan principalmente de temas radiofónicos. Se me concedió libertad narrativa y de interpretación, algo que en el periodismo contemporáneo se agradece doblemente.

Esta misma columna fue adaptada meses después para una colaboración radiofónica en la cadena nacional Radiorama y por la que incluso, quien esto escribe, recibió hace unos días el Premio Nacional de Locución 2020 – 2021, distinción que otorga la Asociación Nacional de Locutores de México.

Este Locutor confirma pues, que todo sucede por causalidad. Nada es casual.

Gracias a Oscar Tendero y a Marco Antonio Landa, quienes han tenido paciencia y tolerancia ocasional, ante algunos de mis deslices interpretativos, pero que con sabiduría, me han regresado al camino de la cordura editorial. Sean ellos los portavoces de mi agradecimiento extendido para todas y todos quienes estén involucrados en la publicación puntual de mis columnas.

Inicia nuevo año y me comprometo a seguir escribiendo cada semana, siempre con mi constante incidencia para que la locución y la radio se mantengan en el pensamiento global como lo que realmente son: profesión y magia auditiva.

¿Qué efectos causarán mis casuales comentarios? No lo sé aún.

Nos escuchamos la próxima, en tanto tenga usted, ¡muy buen día!

Facebook: Omar Espinosa Herrera

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