Hace unos días atrás asistí en Málaga a una conferencia del expresidente estadounidense, Barack Obama, en el Foro Internacional de Innovación Digital (DES, por sus siglas en inglés) por la que se embolsó 500 mil dólares por hablar 45 minutos ante una audiencia ávida por escucharle. Se embolsó 11 mil 111 euros por minuto.

Para que los políticos españoles saludasen a Obama en un apartado VIP –previo al coloquio– el requisito de los organizadores exigió un test de antígenos in situ al que fueron sometidos desde el mandatario español Pedro Sánchez, hasta el propio alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.

Un total de 300 personas pagaron cada una 1 mil 990 euros (incluía una comida con líderes y la conferencia de Obama), el resto eran invitados  políticos y directivos y solo diez pases para prensa, yo conseguí uno. Prácticamente la mayor parte de la prensa quedó fuera del recinto con sus cámaras porque estaba prohibido grabar por audio o por vídeo y tomar fotos del líder estadunidense.

“Cuando fui elegido presidente en 2008, los smartphones no existían y doce años después hay smartphones en todos los sitios; la transformación digital es impresionante la he visto en pequeñas villas en África o bien en poblados en América Latina”, aseveró Obama ante un auditorio que debió escucharle en inglés y sin traductor.

Obama que terminó su segundo período de gobierno en enero de 2017 afirmó convencido que la penetración digital traerá grandes transformaciones y muchos beneficios para la sociedad aunque como todo “puede ser destructiva” en manos de terroristas.

De acuerdo con datos de BankMyCell, en junio de 2022, un total de 7 mil 260 millones de smartphones están en uso a nivel global; la población mundial, según datos de la ONU, es de 7 mil 900 millones de seres humanos. Esta relación de móviles inteligentes por persona tiene un sesgo considerable porque existe un porcentaje de la población  –menos pudiente– con un rezago digital y en cambio, hay personas en posesión de varios teléfonos.

La tecnología durante la pandemia ha tenido un papel destacado, consideró Obama, quien recordó cómo en dos años de pandemia la digitalización se ha acelerado como si hubiese pasado veinte años.

“Recuerdo que cuando llegué a la Presidencia había en la Casa Blanca un área heredada desde la Administración de Jimmy Carter, con diez o doce personas, dedicadas a archivar documentos; conmigo solo fueron necesarias poco más de tres personas porque vimos el valor de la digitalización. En la actualidad todos los procesos son más rápidos”, rememoró.

De su experiencia como líder de una nación, el político de 60 años dijo a la audiencia que a veces se toman buenas decisiones y otras no tanto; si bien reiteró que durante su gobierno él siempre intentó mirar hacia el largo plazo y recordó con cierta nostalgia cómo, su mujer Michelle, le decía que trabajaba demasiado y que de vez en cuando solía  relajarse con un Martini.

A COLACIÓN

También habló de la automatización de muchos puestos de trabajo que obligará a realizar una serie de ajustes porque vendrá una reducción de los mismos sobre todo los dedicados a las actividades repetitivas.

Ante la inquietud de si el ser humano terminará avasallado por los robots y la Inteligencia Artificial, Obama consideró que por un lado habrá beneficios de esa tecnología y por otro, habrá que reinventarse con creatividad.

Habrá áreas, insistió, en que los robots no podrán sustituir al ser humano y quizá sean útiles para los trabajos repetitivos pero habrá partes, como la educación, donde siempre será necesaria una persona “para colocar su mano en el hombro al alumno” y explicarle aquello que no entienda.

“La automatización reducirá los trabajos tediosos que no requieren creatividad. Hay que verlo positivamente porque la tecnología nos hará la vida más fácil y cómoda; para las empresas les facilitará sus tareas administrativas”, señaló.

El asunto, recalcó Obama, es si vamos a sentirnos psicológicamente cómodos con sentarnos en un coche con un volante que gira solo; por eso, repitió, habrá que adaptarse al cambio y  habrá que ser creativos  porque las máquinas no harán los trabajos creativos.

El exmandatario invitó a reimaginar para no sucumbir. El mercado laboral tendrá una profunda transformación: “Me preguntan si pasaremos de las 40 horas semanales a 35, y creo que sucederá… no estamos viendo lo rápido que vienen los cambios y hay gente asustada por perder su trabajo. Habrá que modificar la política fiscal”.

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