Al inicio de la pandemia por Covid-19, en marzo de 2020 y cuando todes tuvimos que recurrir al obligado y no deseado confinamiento social y laboral, el índice de audiencia de la radio en México creció de forma impactante 1.7 millones de escuchas a nivel nacional, según un reporte de la agencia mexicana de Investigación de mercados (INRA), en el que señala que no menos de 106 millones de habitantes habrían accesado al medio, hoy con un año más de vida, después del siglo cumplido en 2021.
La radio de antaño, retomaba esos momentos de los años 30 del siglo pasado, cuando reunidos en casa, los miembros de la familia escuchaban las transmisiones preparadas para entretener al entonces público en ciernes, con contenidos sonoros que igualmente eran improvisados por músicos, actores y creadores de arte, quienes bien transformaban, ajustaban y adaptaban magistralmente lo que normalmente se hacía en teatro.
La práctica de improvisación continúa hasta nuestros días y los “hacedores de radio” siguen perfeccionando sus dinámicas y estrategias para la atracción de las hoy llamadas “audiencias sonoras”.
Así que, el estudio de INRA en comento, muestra que la pandemia también logró que la radio se escuchara en promedio diario casi 2 horas por habitante, lo que significa que, a pesar de haber ganado escuchas, elles, decidieron alternar el tiempo de exposición mediática con la televisión y otras plataformas digitales, de tal forma que si bien lo analizamos, no fue un aumento de rating por gusto, curiosidad, novedad o deseo, sino por necesidad.
Así, en 2020, la radiodifusión convencional o “por antena” empezaba un nuevo ciclo en su existencia, pues conoció el poder del no menos eficaz Internet, que con sus decenas de plataformas y aplicaciones, invadió a los públicos y audiencias que, según el reporte de INRA, encontraba su pico mayor de usuarios digitales, en personas de entre los 25 y los 34 años de edad, mientras que los escuchas de la radio centenaria, oscilaban entre los 35 y los 54 años.
Empero, estos datos, son solo números que no representan la verdadera esencia de la radio y que, desde sus inicios fue: su carácter social.
Sí, la radio (además de entretener) sigue teniendo ese profundo sentido de responsabilidad al informar, conciliar criterios y generar opinión pública; un área en la que difícilmente ha podido incursionar la radio digital y las plataformas de streaming, pues el carácter de inmediatez y rapidez que naturalmente tienen las redes sociales, genera una inminente incapacidad en la interacción social y en el razonamiento lógico que caracteriza al ser humano.
Hay que decirlo, con el regreso paulatino a las actividades sociales y laborales, los ratings habrán de reflejar bajas considerables nuevamente en las estaciones de radio. Así es la cosa.
Y los desafíos por acaparar audiencias digitales, sin duda seguirán siendo enormes, inquietantes y no menos llenos de adrenalina para quienes gustan de la lucha mediática, pero hay algo que no se debe perder de vista y que a veces se olvida o se deja fuera de contexto al tiempo de crear nuevas estrategias tanto comerciales, como para el contenido programático.
¿Recuerda ese ingrediente que en mi anterior entrega decía es fundamental e indispensable para cocinar la radio de innovación que los nuevos tiempos requieren?
En efecto, “los escuchas” ingrediente base para mejorar la calidad de lo que se tenga a bien producir, de ahí que la urgencia de los radiodifusores y sus equipos de trabajo, deba ser el establecer puentes de comunicación efectiva, eficiente y eficaz, con los que se pueda obtener retroalimentación para identificar las fortalezas de lo que bien podemos plantear o llamar como “la nueva radio del siglo XXI”.
Nos escuchamos la próxima, en tanto tenga usted ¡muy buen día!
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