Por Arianna Cos
Desde hace algunos años ha venido sonando fuerte el concepto de nuevas masculinidades como parte de la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
Este ha ido a pasos lentos y le falta mucho camino por recorrer pero de que ya no hay vuelta atrás ya no la hay, sólo que a veces en el intento de lograr un cambio se cae en absurdos.
Esto ocurrió en la ciudad de Barcelona, España, donde funcionarios municipales inauguraron un curso como parte de la puesta en marcha de un nuevo Centro de Masculinidades promoviendo lo contrario: “ser hombre es una ficción…hay que abolir la masculinidad”.
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Si este es su planteamiento entonces no puede haber nuevas masculinidades porque de entrada no debe ya existir la masculinidad.
La masculinidad es el “conjunto de características físicas, psíquicas o morales que se consideran propias del varón o de lo masculino, en oposición a lo femenino.”
Según lo que plantea el Ayuntamiento de Barcelona entonces ¡casi casi se tendría que borrar de la faz de la tierra a los hombres! Si no, ¿de qué otro modo les van a eliminar las características físicas que entran en lo que implica la masculinidad? Además de las psíquicas, porque es cierto que el cerebro masculino y femenino funciona algo diferente pero por razones biológicas, así que tampoco hay otra manera de eliminarlas. ¡De risa su ocurrencia! Debieron informarse bien primero.
Las nuevas masculinidades implican un desaprender lo aprendido acerca de lo que significa ser hombre en cuanto a conducta se refiere, para poder aprender nuevos conceptos así como desarrollar nuevos pensamientos y comportamientos.
Las nuevas masculinidades buscan eliminar al machismo como base de la masculinidad, no buscan que el hombre de plano deje de ser masculino.
Lo que sí tiene de bueno el programa de Barcelona es que promueve que los varones se impliquen en actividades que solían ser exclusivas de las mujeres, como planear los cumpleaños de los hijos, ser corresponsables en el cuidado de los hijos y ancianos de la casa, así como que no tengan vergüenza por no saber conceptos futbolísticos como “un fuera de juego” o por decidir salirse de un grupo de WhatsApp donde hay un machito.
Pero otra cosa mala es que manejan esto como tener que ser blandengues cuando no es así. Tratar bien a una mujer, no ser violentos, saber guisar, limpiar, lavar etc., ser quien se quede en casa porque su trabajo lo permite o porque así se decidió mientras la mujer va a trabajar y aprender a permitirse sentir para poder después demostrar sus sentimientos no es ser blandengue.
El machismo inculca que un hombre debe reprimir sus emociones porque no es de machos sentir tristeza, dolor, ternura ni querer llorar; mucho menos pueden permitirse demostrar sus emociones en caso de llegar a sentirlas; no, “eso es de viejas”.
Así que manejar ese término de blandengue en vez de animar a los hombres a tomar el curso hará que no conecten con la idea.
La intención es que se den cuenta que no es de débiles ni de niñitas sentir ni expresar sus emociones, que aprendan que esto no los hace menos hombres.
Acá en México cada vez hay más cursos sobre nuevas masculinidades; en Puebla he leído que por lo menos manejan de mejor manera el asunto, pero de todos modos es de cuidar muchísimo el enfoque de los mismos para que los hombres de todas las edades se animen a tomarlos.
Me gusta mucho tomar el ejemplo de un municipio de la Sierra Norte de nuestro estado aunque no recuerdo el nombre ahora, donde las mujeres abrieron dentro de la Casa de la Mujer Indígena hace unos años un taller para nuevas masculinidades teniendo sorprendentemente mucha participación de los varones. Siendo un municipio indígena donde suelen prevalecer más marcadamente las ideas machistas, no se esperaban esa disposición.
Así que si esto se logró en aquel municipio, por supuesto que se podrá lograr en otros con similares características y con mayor razón en todos los demás, incluyendo la capital, sobre todo si se le da un correcto enfoque.
Nos leemos el próximo lunes.
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