Por: Mtra. Claudia Rodríguez Hernández

 

Poner fin a la alimentación deficiente y a la malnutrición en todas sus formas implica un desafío de los más apremiantes, el cual se relaciona de manera directa con dos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas: Hambre Cero y Salud y Bienestar.

 

Considerando la importancia de una buena nutrición para nuestra salud, la pandemia por Covid-19 ha ocasionado un grave incremento en la crisis nutricional mundial. Lograr que las personas tengan una alimentación saludable y poner fin a la desnutrición se ha convertido en un desafío aún mayor que antes, en particular para los grupos más vulnerables, como las personas en situación de pobreza, las mujeres, los niños, y las poblaciones que viven en circunstancias precarias. Al mismo tiempo, los fuertes vínculos entre la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, y la COVID-19 han resaltado la importancia de mejorar la nutrición para una buena salud en todo el mundo.

 

La situación política, económica y social mundial ha originado que los recursos públicos tanto internacionales como nacionales hayan disminuido considerablemente debido a una recesión económica, además, importantes cantidades de los recursos para cubrir los gastos de la atención a la salud fueron destinados a la lucha contra la pandemia.

 

A pesar de lo anterior, hoy más que nunca, debe considerarse seriamente una fuerte inversión en lo que a preservar una adecuada alimentación y nutrición de las personas se refiere, esto es vital para el desarrollo económico sostenible. Si bien la crisis nutricional es anterior a la pandemia, se vuelve más urgente por el daño potencial que la pérdida de recursos puede causar en la seguridad alimentaria mundial y la salud de las personas. Esto pone en riesgo a las poblaciones, particularmente en los países más pobres y frágiles, de experimentar una reducción en el apoyo vital para prevenir o aliviar la desnutrición.

 

El financiamiento para la recuperación de la pandemia debe tener la nutrición como un componente clave si el mundo quiere «reconstruirse mejor», con importantes retornos económicos que se obtendrán de las inversiones en alimentación y nutrición. Se necesitarán enfoques innovadores y una mayor acción del sector privado para impulsar el financiamiento disponible a los niveles necesarios para cumplir los objetivos de nutrición y combatir el problema.

 

Con base en lo anterior, es imperante poner atención en la alimentación deficiente en energía y nutrimentos, en la desnutrición, y en las desigualdades; además se deben impulsar políticas públicas que favorezcan los sistemas alimentarios, aumentar la ingesta de alimentos que promueven la salud y reducir los alimentos de origen animal, para garantizar que las dietas sean saludables y sostenibles para las personas y el planeta.

 

La escala de los desafíos que enfrentamos en la lucha contra la alimentación deficiente y terminar con la desnutrición global puede parecer abrumadora, pero esta lucha se puede ganar; esto requiere que todas las partes interesadas se comprometan con acciones que aseguren que los objetivos relacionados con la alimentación saludable formen parte de sus compromisos.

 

En los últimos dos años, hemos visto a los líderes mundiales dar un paso al frente y tomar medidas enérgicas para responder al desafío global sin precedentes de la Covid-19. La pandemia también nos ha demostrado que la única forma de avanzar es trabajar juntos y no de forma aislada. Necesitamos el mismo reconocimiento de la crisis nutricional que enfrentamos todos, en todos los países, debemos unirnos y ser más inteligentes y audaces que nunca.

 

La necesidad de priorizar e invertir en una buena alimentación y nutrición nunca ha sido mayor, esta crisis epidemiológica ha evidenciado la relevancia de tener un estado nutricio óptimo y por lo tanto de salud, que nos permita enfrentar y superar sin complicaciones el ataque de cualquier otra contingencia sanitaria.

 

Únicamente aquellos países que desarrollen estrategias que impulsen la eficiencia y la eficacia de inversiones para maximizar el impacto positivo en la mejora de la alimentación y la nutrición de sus habitantes, serán los que en el mediano y largo plazo tengan economías prósperas y, lo más importante, poblaciones saludables.

 

Las partes interesadas y los responsables de los compromisos deben prestar especial atención a las medidas de nutrición que apoya dietas equitativas, saludables y sostenibles para todos.

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