Por Arianna Cos Lopez
En un mundo acostumbrado a ser dominado por el machismo y las sociedades patriarcales, es sorprendente encontrar que aún subsisten algunas etnias donde las mujeres son las que llevan “bien puestas las faldas”.
Así es.
Una de estas etnias es la de las mujeres “mosuo”, última sociedad matriarcal de China y que se ubica en su mayoría alrededor del lago Lugu, entre las provincias de Yunnan y Sichuan, cerca de la frontera con el Tíbet.
En esta comunidad de 40 mil habitantes, las mujeres son las encargadas de poner las reglas y de hacerlas cumplir. Asimismo, son las que toman las decisiones más importantes y son las responsables de la crianza de sus hijos.
También a diferencia de la costumbre patriarcal, los “mosuo” trazan el linaje de la familia por la línea materna -matrilinaje- y las féminas son las propietarias de la tierra así como de los bienes familiares; es por ello que la herencia familiar se transmite de madre a hija cuando en el resto de las etnias y culturas del mundo ha solido ser al revés.
Un aspecto muy interesante en el funcionamiento de su comunidad es el siguiente: resulta ser que el sexo femenino puede tener los amantes que quiera sin que esté mal visto, así como no existen los matrimonios. Aquí tienen una práctica peculiar llamada “poliandria” o “matrimonios ambulantes”, la cual consiste en que los hombres llegan a escondidas por las noches a visitar a sus “novias” y se regresan de madrugada a casa de sus madres, donde viven toda su vida.
Este es otro punto curioso de la comunidad, ya que el papel del varón ni siquiera es primordial en la paternidad de los hijos, por ello pasan su vida bajo el techo materno; su papel es el de ciar a los sobrinos y sobrinas al interior de la casa materna, mientras que las mujeres son las matriarcas de sus casas y crían a sus hijos sin que ellas sepan o que importe quién es el padre. Es decir, el rol de tío es el importante en los varones, no el del padre.
Una característica que sí se mantiene igual al de las sociedades patriarcales es el de la maternidad, siendo también primordial para que una mujer se sienta completa y un requisito para que se la considere del todo mujer.
Algo que es bueno destacar dentro de esta sociedad matriarcal es el hecho de que aunque las mujeres mantienen un control general de la misma, no minimizan ni sobajan a los hombres, sino que las relaciones entre ellos son de respeto y mutuo acuerdo.
Esto es aplaudible, porque a diferencia de las sociedades patriarcales que tienen por costumbre hacer lo más chiquitas posible a las mujeres hasta casi invisibilizarlas dentro de sus hogares y la sociedad, las mujeres mosuo tratan de que haya un equilibrio social, el cual logran a través del papel de tíos que otorgan al sexo masculino así como mediante las funciones políticas que les asignan, donde son ellos quienes representan a la comunidad.
Así como en China, en diversas partes del mundo aún subsisten otras sociedades matriarcales, cada una con sus características peculiares, pero lo que me gustó de esta es lo que acabo de señalar en cuanto a la ausencia de dominio de un sexo sobre otro.
Las mujeres siempre hemos expresado que no buscamos ser ahora las que tengan el control sobre el sexo masculino; en general, salvo las feministas extremas, lo que aspiramos es a alcanzar un equilibrio entre ambos géneros donde podamos convivir sin ponerle el pie al otro, sin violentar a nadie, sin tratar de ser superiores.
Quizá es utópico lograrlo, pero bien dicen que la esperanza es lo que muere al último.
Nos leemos el próximo lunes.
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