Estos días China celebra la reunión de su Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCC) que en XX Asamblea extenderá –por otro mandato más– la presidencia de Xi Jinping y no solo eso, le dará más poder para convertirse en el tótem del destino manifiesto del gigante asiático.
Jinping lleva adherido al poder desde 2013 y está obsesionado con una serie de profundas transformaciones y reformas en su país y se ve como el líder fuerte y decidido para llevar a cabo la reunificación de toda China. Léase Taiwán.
Hace unos días entrevisté a Marcelo Muñoz, presidente de Cátedra China, y lo hice a propósito de su nuevo libro “China ha vuelto para quedarse” que recién presentó en el Ateneo de Madrid.
Muñoz que no es un improvisado experto en Asia, conoce China in situ desde la década de 1970, porque él tenía claro el desafío de estrechar los lazos comerciales, económicos y de inversiones entre España y el gigante asiático, con una motivación visionaria. Eran los tiempos de Deng Xiaoping.
En aquella época no había celulares, ni Internet y Asia quedaba muy lejos. Así es que este destacado sinólogo ha tenido tiempo suficiente para conocer a los chinos, sus ciudades, sus pueblos y por supuesto a sus dirigentes y empresarios.
En lo personal me parece muy llamativo que los analistas que conocen a China desde adentro (el mismo caso de Xulio Ríos) siempre me reiteran que la filosofía china es pacífica y a favor del diálogo y que los chinos no se ven a sí mismos como una potencia hegemónica, ni tienen intenciones de llevar a cabo ninguna guerra.
En su caso, la opinión de Muñoz, él observa a un actor preponderante que enfrenta una enorme resistencia del poder establecido de Occidente y fundamentalmente de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) que no reconocen todavía el liderazgo chino como segunda potencia mundial.
De acuerdo con su postura, el problema de fondo deriva de que Occidente se niega a darle derecho a China de participar con su liderazgo dentro de la gobernanza global. “Casi hay un monopolio en dicha gobernanza”.
China pretende brillar como una potencia económica, política, militar y tecnológica pero hay que conocerla desde su propio ámbito particular, algo que el propio Muñoz explica con sapiencia, porque “es otro mundo totalmente diferente de Occidente” empezando por el pensamiento político, por la filosofía, por la concepción de la historia, por los valores humanos y por la solidaridad.
A nosotros nos llega información filtrada de este país a un nivel antagónico de Estados Unidos. En esa lucha de fuerzas, uno por no soltar un ápice de poder y espacio, y el otro buscando hacerse un hueco, llegamos al siglo XXI con una aridez profunda en las relaciones diplomáticas entre ambos y diputas en el Mar de la China Meridional y en otras zonas de Asia.
A COLACIÓN
China ha vuelto para quedarse. Después de un siglo ausente, el auge del gigante asiático es incuestionable y está en disputa actual con la supremacía de Washington y pretende pasar de un unilateralismo norteamericano, al multilateralismo con los chinos y otros países, como actores importantes en la geopolítica y geoeconomía.
Beijing, agrega Muñoz, no se resiste a hablar con Occidente ni con la Unión Americana, es más bien “Estados Unidos el que no quiere hablar con China” que sí tiene capacidad política para el diálogo.
“Lo hemos visto recientemente: Estados Unidos dice defiendo a Taiwán. Según la ley internacional y según Naciones Unidas, Taiwán es una parte de la soberanía china; el propio Biden acepta que es soberanía china pero luego usa a Taiwán para que ésta defienda su autonomía. Pero la posición china siempre será la vía del diálogo”, me confío el experto.
Del despliegue militar ordenado por el presidente Jinping, con unos potentes ejercicios militares alrededor de la isla y bajo el contexto de la visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el propio Muñoz descalifica la intromisión estadounidense en un asunto interno.
De la guerra, el escritor español me dijo que es falso que China apoye a Putin y que no es aliada de Rusia son solo socios comerciales a los que separan distintas visiones políticas, ideológicas y filosóficas. China no apoya las sanciones de Occidente contra Rusia pero eso, según Muñoz, no la hace una aliada del Kremlin.
@claudialunapale