En su libro “Nobleza de espíritu. Una idea olvidada”, cuyo objetivo es apelar a los valores clásicos del humanismo a través de la revisión de diversos pensadores, Rob Riemen reflexiona, entre otros aspectos, que veremos en próxima entrega, sobre la democracia de la siguiente manera:

 Entre sus diversas reflexiones se plantea este cuestionamiento a razón de la democracia: “¿Qué futuro les espera a la democracia y a la libertad política cuando la gente se olvida de la esencia de la libertad, ya no reflexiona y, en lugar de obedecer a la razón, se deja guiar por la superstición, las emociones, la angustia, los deseos y la esclavitud?” Ejemplos contemporáneos que tiene como sello emblemático el ascenso y presidencia de Donald Trump (con el riesgo inminente de su retorno) quien hizo de la posverdad, la discriminación, la misoginia, la xenofobia y otros lastres su forma de gobierno.

“La verdadera democracia ha de revestir cierto carácter aristocrático, nobleza no de nacimiento sino de espíritu”. Este eje sobre las implicaciones que tiene la nobleza de espíritu se hace una exploración más amplia sobre su sentido y la función necesaria en el ejercicio de la democracia.

“En una democracia que no respeta la sublime vida del espíritu y no se rija por ella, tiene vía libre la demagogia, y el nivel de la vida nacional queda rebajado al de los ignorantes e incultos, en lugar de que impere el principio de la educación, así como la tendencia a elevar a las capas más bajas hacia la cultura convirtiendo el nivel de los mejores en oposición dominante y reconocido”. Lamentablemente, frente a las crisis sanitarias y económicas y evidencia de corrupción y negligencia de los gobernantes, sumadas a la necesidad de creer en las soluciones fáciles, el despertar de los prejuicios y la apatía que deja el campo libre para el acceso al poder de oportunistas que generan esquemas de destrucción institucional para conservar el poder, es una tendencia en la región de América Latina.

“Las mentes politizadas no reparan en las personas concretas que viven, que aman y que son amadas. Sólo ven abstracciones; capitalismo, comunismo, globalización”. Toda polarización, como hemos visto en acontecimientos históricos, lleva a las etiquetas, la frivolidad y la desacreditación gratuita que impide el diálogo, la concordia y los acuerdos en el necesario reconocimiento de la importancia del respeto a la pluralidad y la disidencia que debe concurrir ante los valores propios de la democracia en la búsqueda del bien común.

“El hombre ya no es un ser espiritual cuyas preguntas no tienen respuesta. La búsqueda del sentido de la vida ha sido sustituida por la persecución de un fin. Este fin es la felicidad, y la política nos conducirá a ella. Las preocupaciones, las dudas, las incógnitas pertenecen al pasado. Mito o razón, tradición o ciencia, derecha o izquierda: un término de cada pareja indicará el camino. Hacia la sociedad perfecta y el hombre perfecto. Pero la nobleza de espíritu ha sido expulsada. Han llegado los bárbaros perfectos”. Así, Riemen da cuenta de las preocupaciones que se evidencian en los tiempos contemporáneas, la lectura de su ensayo arroja insumos de clásicos que se enfocaron en estos temas desde los inicios del pensamiento filosóficos hasta nuestros días. En próxima entrega revisaremos otro valor esencial del humanismo en el que se centra nuestro autor en estudio.

Profesora Investigadora UAM Cuajimalpa Twitter @TPDI

@uamcuajimalpa

@Yo_SoyUAM

[1] Profesora Investigadora Titular C de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa. Catedrática de Licenciatura y Posgrado en la Facultad de Derecho UNAM, Maestra en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García en Posgrado.

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