En España, el ala de la ultraizquierda de Unidas Podemos que pactó formar gobierno (hace cuatro años) con el actual presidente en funciones, el socialista Pedro Sánchez, utiliza un lenguaje beligerante para atacar a los empresarios culpándolos de forma directa por casi todos los males.
Son culpables de la inflación, de la jornada laboral, de sus dividendos, de seguir ganando inclusive en medio de la pandemia y de los peores días en que la gente padeció severos confinamientos. Solo falta que también sean culpables de la contaminación.
Ha sido fundamentalmente combativo el discurso de Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía social desde enero de 2020, que ha llegado a reprochar a los grandes empresarios que no hagan más y mayores sacrificios en aras de mejorar las condiciones de trabajo de sus asalariados.
Persiste una confrontación directa entre Díaz y las centrales patronales mientas ella sigue amenazando con imponer mayores castigos y mayores presiones a favor de una reducción de la jornada laboral y de un incremento del salario mínimo.
Díaz que también es vicepresidenta segunda del gobierno de España ha sido demasiado hábil para sacudirse la sombra de Unidas Podemos, sobre todo la de Pablo Iglesias que fue quien la metió en el gobierno, cuando se acordó formar la coalición de Unidas Podemos-PSOE que llevó al poder a Sánchez.
Y fundamentalmente, muy sagaz para acercarse a un Sánchez ambicioso, porque además ambos son bastante ambiciosos, les gustan los reflectores y ser el centro de atención; y convencerle, de la necesidad de crear otro partido que pareciera menos amenazante ante la sociedad, tras las torpezas cometidas por Unidas Podemos.
De allí emergió una escisión con SUMAR que lidera Díaz y que pretende vender la imagen de ser un partido de izquierda moderada… pero no lo es. Este partido es una coalición electoral formada por Podemos, Más País, Compromís y otras fuerzas.
En las pasadas elecciones generales, del 23 de julio, SUMAR obtuvo 31 diputados y Díaz espera que Sánchez aunque perdió dichas elecciones generales, salga investido en el Congreso porque lograría aglutinar los votos de todas las fuerzas independentistas y nacionalistas con las que está haciendo serios pactos que comprometen el futuro de España. El poder es una droga potente.
También espera que SUMAR se convierta en un gran aliado y que Díaz siga de vicepresidenta y muy probablemente continúe al frente del Ministerio del Trabajo por otros cuatro años más para pesadilla de los empresarios.
A COLACIÓN
La realidad es que Díaz de izquierdista moderada no tiene nada, ella viene de una familia que tradicionalmente ha militado en el Partido Comunista de España como lo hizo su padre Suso Díaz, su tío Xosé Díaz y ella misma.
Los empresarios y los economistas no afines al gobierno de la Moncloa vienen alertando del daño que está provocándose en el tejido empresarial no solo por los constantes ataques de Díaz sino por las políticas que vienen instrumentándose casi todas dirigidas más a que a fomentar las actividades empresariales, las ganancias, la competencia, más bien a castigarlas.
La salida este año de Ferrovial, liderado por Rafael del Pino, podría ser tan solo el principio de una larga lista de empresas que cotizan en el IBEX-35 para dejar España y cambiar su sede por una en la que no se sientan hostigados, ni criminalizados.
En abril pasado, Ferrovial anunció que se mudaba a Países Bajos; sus accionistas aprobaron instalar la sede social en Holanda y lo ha hecho bajo el argumento de que desean cotizar en Wall Street.
Por supuesto, que la actual ministra del Trabajo fascinada con el protagonismo que ha adquirido, no ahorra comentario acusando a Ferrovial casi de traidor por irse de España. La realidad es que el clima empresarial se ha puesto espinoso, los comunistas siguen sin entender que la productividad, la competitividad y la libertad empresarial son tres ingredientes, junto con los estímulos económicos y fiscales, más un marco de certidumbre, muy necesarios para que funcione un circulo virtuoso que termine arrojando ganancias y un incremento en el Producto Interior Bruto y por supuesto, en la renta per cápita.
No, los comunistas quieren exactamente lo contrario: frenar la inercia empresarial y crear una pirámide clientelar de subsidios, dádivas y de promesas sociales. Asusta que Díaz pueda estar en el poder otros cuatro años más…
@claudialunapale