En el tejido de la comunicación oral, la voz del locutor se convierte en un hilo conductor entre la información y la audiencia. Como dijo alguna vez Séneca (destacado filósofo romano del siglo I d.C.), «la voz humana es el instrumento más bello de todos, pero es el más difícil de tocar».

Detrás de cada palabra pronunciada, reside el poder de influir, de conmover y de transformar; por tanto, ser locutor es abrazar la responsabilidad de dar voz a las ideas y emociones que habitan en el alma humana.

Así que, más allá de las asociaciones, estaciones de radio y los títulos obtenidos a lo largo del tiempo, el verdadero éxito del locutor reside en su capacidad de impactar y resonar en el corazón de su audiencia, porque, es en ese eco de la voz, donde se encuentra un verdadero legado para trascender las fronteras del tiempo y el espacio para perdurar en la memoria colectiva de la humanidad.

Las asociaciones de locutores, al igual que cualquier otra organización, pueden ser de beneficio, pero también pueden ser decepcionantes por diversas razones. Mire usted.

A veces, la falta de transparencia en la gestión, la incapacidad para abordar las necesidades reales de los miembros o la falta de acción en temas importantes pueden socavar la confianza de sus agremiados y si a ello se le acumula la ausencia de liderazgo efectivo y la desconexión con las expectativas de los locutores; la contribución a la decepción, es mayúscula, por lo que, para que estas asociaciones sean efectivas, necesitan una comunicación abierta, una dirección sólida y un compromiso genuino con el bienestar y los intereses de sus miembros.

Y como dice el padrecito: “reflexionemos”.

La voz es el medio por excelencia para transmitir información, emociones y conectar con el público, no obstante, detrás de esas voces hay profesionales de la voz que enfrentan desafíos diarios, desde la búsqueda de oportunidades laborales hasta la mejora de sus habilidades profesionales, pero lamentablemente, muchas asociaciones de locutores parecen haber perdido de vista su verdadera misión, enfocándose más en mantener un estatus social y político que en impulsar el desarrollo y bienestar de sus miembros.

La falta de compromiso por parte de los dirigentes de estas asociaciones es evidente en su enfoque exclusivo en el beneficio social y económico, descuidando por completo el desarrollo profesional y personal de quienes representan y en lugar de ser verdaderos defensores de los intereses de las y los locutores, estos líderes utilizan la asociación como trampolín para mantenerse en círculos selectos, donde prevalece el interés propio sobre el colectivo.

El problema radica en que estas asociaciones, en lugar de ser motores de cambio y progreso para la profesión, se convierten en meras fachadas que ocultan la falta de compromiso y acción por parte de sus dirigentes, quienes, en lugar de proporcionar oportunidades de capacitación, trabajo y crecimiento personal, se limitan a organizar eventos sociales y participar en actividades políticas, dejando de lado las necesidades reales de sus agremiados.

Es necesario que los dirigentes de estas asociaciones reevalúen su papel y reconozcan la responsabilidad que tienen hacia sus miembros. Deben priorizar el impulso de oportunidades de desarrollo profesional, la creación de redes de trabajo efectivas y el apoyo en momentos de necesidad; solo así podrán recuperar la confianza y credibilidad perdidas y convertirse en verdaderos agentes de cambio en beneficio de la comunidad de locutores.

Una asociación de locutores debe ser mucho más que un club social o un trampolín político; debe ser un verdadero aliado en el éxito y bienestar de sus miembros. ¿A poco no?

Facebook: Omar Espinosa Herrera
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