La vieja Europa se encuentra demográficamente en una trampa de tasas de crecimiento cero y una población con mayores de 70 años de edad cada vez más longevos. Además se aprecia un cambio de ciclo.

Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, la generación de Baby Boomers  coadyuvó a la reconstrucción y el fortalecimiento de la economía europea; le ha seguido  la generación X que ha vivido el ensanchamiento de la clase media y el acceso a muchas comodidades,  incluso endeudándose, por encima de sus posibilidades.

En cambio, las generaciones más jóvenes como son la Milennial y la generación Z, sufren abruptas inestabilidades en el mercado laboral con la incertidumbre de no tener un horizonte claro, ni en lo económico, ni en lo laboral. Son generaciones que han demorado en emanciparse de sus padres y que esperan heredar de sus abuelos y de sus padres, para compensar la estrecha situación en la que viven: experimentan una menor capacidad de ahorro y un menor acceso al endeudamiento al largo plazo porque su propio escenario laboral y sus ingresos precarios se lo impiden.

Le pregunté al  respecto a Alejandro Macarrón Larumbe, coordinador del Observatorio Demográfico, de la Universidad SEU San Pablo y él me habló de la notable brecha generacional en materia de gasto y de ahorro.

En la opinión del experto español: “Resulta interesante porque vemos a los mayores ahorrando más en el caso de que tengan un buen nivel de rentas y también consumen menos de casi todo; menos ropa, menos automóviles, menos de todo. Aquí en España, el 80% de los jubilados ahorran su pensión porque de forma natural ya no necesitan gastar tanto.  Y es verdad que durante años y años aquí los tipos de interés estuvieron bajísimos y si eres joven quieres comprar una casa, un automóvil y entonces tomas financiamiento al 1%; en cambio, para un mayor eso le da igual porque simplemente no lo necesita, así es que ahorrará más”.

Macarrón Larumbe me recordó que en España, en la última crisis económica, hubo desempleo y mucha gente se quedó en el paro, bajaron los salarios, perdieron sus bonus y las empresas cerraron pero las pensiones eran intocables. ¿Qué significa? Sobre todo que España  cada vez dedica más del PIB  a pensiones y eso tiene un efecto dañino en la propia crisis.

          Por no obviar, añade el demógrafo, otros efectos: “También tiene efectos electorales. Los pensionados y jubilados  en España son ya la cuarte parte de los votantes teóricos y votan más que la media tienen un poder electoral tremendo, los políticos lo saben; de hecho, España está gastándose cerca del 20% de lo que produce para atender a la población mayor”.

A COLACIÓN

Después está la población joven formada por los millennials y la generación  Z  que enfrentan  un creciente panorama de incertidumbre, con trabajos precarios, un futuro nebuloso, bajos salarios; y cada vez más jóvenes que ni estudian ni trabajan y muchos todavía viviendo en casa de sus padres.

          ¿Hay un riesgo de que ellos no aporten como debe ser para su propia jubilación futura? Macarrón Larumbe cree que existe, por supuesto, porque ahora mismo hay un problema con estas generaciones en la sociedad española.

“Los pensionistas tienen una situación bastante buena, las personas de mediana edad que ya están establecidas en empleos en España tienen  legislaciones a favor del trabajador que lleva muchos años trabajando entonces el despido es muy caro. En cambio, los jóvenes que están intentando entrar  tienen más dificultades para todo. Incluso, los propios datos de la edad de emancipación son reveladores”, me dijo.

Otro dato interesante tiene que ver con las expectativas demográficas: el Instituto Nacional de Estadística (INE) refirió que España ganará 5 millones de habitantes en los próximos 50 años pero la mayoría –casi todos– serán inmigrantes, Macarrón Larumbe  pidió ser precavidos con dichas estimaciones en las que habrá que ver cómo evoluciona la tasa de fecundidad y de mortalidad. “La gente no emigra a un país envejecido y estancado”.

¿Cómo está la situación de la inmigración en España? El directivo desmenuza el panorama: “Para empezar es muy poco cualificada y por tanto, no desempeña empleos de alta productividad y aporta poco dinero en impuestos y cotizaciones sociales. El extranjero medio aporta menos de la mitad que un español. Las sociedades humanas tienen una capacidad de asimilación de diversidad limitada no es pequeña pero tampoco es ilimitada depende de donde vengan; la gente de Europa del Este ya no está viniendo como antes porque están desarrollándose, también han bajado los flujos de latinoamericanos.

          Es decir, que el panorama actual y futuro de la inmigración en España serán sobre todos flujos de africanos y asiáticos casi todos musulmanes o budistas o taoístas contrarios a las creencias del catolicismo.

Y es para pensárselo porque la cultura española descansa en el  basamento del catolicismo, basta ver la fastuosa y sensible, celebración de la Semana Santa.  Por no obviar que la integración de estos grupos de inmigrantes es mucho más difícil, o en muchas ocasiones no sucede, solo se suman a otros que como ellos ya están en el país ibérico y preservan sus tradiciones.  Desde luego que este choque tiene un impacto económico, laboral y social trascendente en el tejido de una España vaciada, poco emancipada y con precariedad laboral. ¿Quién pagará  las pensiones?

@claudialunapale

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