Cerramos la reflexión del escrito “Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento”, del filósofo George Steiner en donde el alejamiento de la mística y la religión a la que nos llevó la modernidad dejó en un estado de melancolía a los seres humanos, retomemos algunas frases para entender este planteamiento que nos presenta en su parte final.
Nos señala Steiner: “innumerables credos mitologías y fantasías sobre la trascendencia son reelaboraciones de experimentos mentales que guardan relación con la muerte”. La inevitable condición mortal hace que se planteen en la existencia temporal la necesidad de la ética (y la importancia de darle un valor a nuestros actos durante nuestra vida), el no retorno y la inevitabilidad de la muerte ha sido y es el reto de la reflexión humana y quizás su ausencia, la base justo de la “tristeza del pensamiento”.
Además: “los intentos de “pensar” estas cuestiones, de resolverlas pensando, para llegar al santuario de una solución justificadora, explicativa, han producido nuestra historia religiosa, filosófica, literaria, artística, y, en gran medida, científica… Nuestras doctrinas, poesía, arte y ciencia anteriores a la modernidad han estado aislados por la urgente interrogación sobre la existencia, la mortalidad y lo divino. Abstenerse de esta interrogación, censurarla, sería eliminar el pulso y la dignitas definidores de nuestra humanidad. Es el vértigo de preguntar lo que activa una vida sometida a examen”. Como nos señala al inicio de esta cita la producción del pensamiento plasmado en la religión, la filosofía, la literatura, el arte e incluso la ciencia devienen en parte de la búsqueda de sentido ante la inminencia de la muerte.
La alienación de las doctrinas, artes y de las ciencias por enfocarse en la reflexión de la existencia, la mortalidad y lo divino, lo cual se acabó en la modernidad en donde la racionalidad escindió estas preguntas, en palabras del autor, despojó del pulso y de la dignidad que es la esencia de la humanidad. El hacerlo ajeno a la necesaria comunión del pensamiento con esas grandes interrogantes abrió la puerta a la frivolidad, al sinsentido y la tristeza que se transforma en melancolía y ausencia de profundidad del pensamiento.
Otro acercamiento es : “… la música, ese medio seductor de una intuición reveladora más allá de las palabras, más allá del bien y del mal, en el cual el papel del pensamiento tal como podemos comprenderlo sigue siendo profundamente elusivo”. Esta forma de expresión liberadora no debe subestimarse, lamentablemente los contenidos de las letras contemporáneas (sin menospreciar los estilos musicales) preocupan ante la vulgaridad y la normalización de la violencia, la misoginia y la discriminación, como sino hubiera cabida a expresiones de contenidos que fomenten el respeto, la tolerancia, la pluralidad y sobre todo la dignificación a la que nos llama el ritmo, los silencios y la armonía.
Terminamos con: “El dominio del pensamiento, de la misteriosa rapidez del pensamiento, exalta al hombre por encima de todos los demás seres vivientes. Sin embargo, lo deja convertido en un extraño para sí mismo y para la enormidad del mundo”. Así la paradoja del pensamiento que despoja, que deja de nutrir el espíritu (por no decir alma), ese raciocinio que nos diferencia de lo primitivo, de lo animalesco, pierde sustancia si le retiramos las necesidades existenciales humanistas y no sólo pragmáticas. El mundo nos agobia ante lo inconmensurable de su comprensión, más si navegamos en una balsa sin remos, que son justo esta profundidad del pensamiento que nos deja a la deriva en ese mar de tristeza.
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Profesora Investigadora UAM Cuajimalpa. @uamcuajimalpa, @Yo_SoyUAM