Por: Michel Chaín

Tal vez se enteraron leyéndolo, en Síntesis. O, tal vez, poniendo el grito en el cielo al “hacer el mandado” y ver el precio. O, en un ejemplo de cómo se traslada un costo al consumidor, al descubrir que los limones en los tacos están más viejos y secos que quien esto escribe.  El caso es que, debido a la extorsión de la que son objeto, un día sí y el otro también, los productores y empacadores de limón en Michoacán decidieron suspender actividades como forma de protesta, lo que redujo la oferta en el mercado y, en consecuencia, disparó el precio del cítrico hasta los $40.00 o $50.00 por kilo.  Si bien el aumento en el precio del limón es un evento coyuntural, el impacto de la extorsión en el crecimiento económico y la cancelación de oportunidades para la población económicamente más vulnerable, no es un tema menor en una economía como la mexicana.

 

  1. Extorsión a la mexicana. Si bien en México la extorsión es algo tan cotidiano y extendido que definirla podría, por lo evidente, rayar en lo ocioso, creo para entendernos mejor hay que recurrir a la Real Academia de la Lengua que la define como la “presión que se ejerce sobre alguien, mediante amenazas, para obligarlo a actuar de determinada manera y obtener así dinero u otro beneficio”.  Efectivamente, las mexicanas y mexicanos nacemos, nos desarrollamos y morimos, rodeados de extorsiones, extorsionadores y extorsionados de todos los colores y sabores: lo mismo extorsiona el crimen organizado con el “cobro de piso”, que el “viene viene” al que, si no le das $50, te va a rayar el coche en lugar de “echarle ojo”.
  2. ¡Qué bonita familia! La extorsión es familiar de otra práctica muy nociva y enraizada en la sociedad mexicana: la corrupción. Ambas desincentivan las inversiones productivas, la generación de empleos, el crecimiento económico y son sumamente regresivas (es decir, perjudican más a quienes menos tienen, ya que no es lo mismo pagar una “mordida” de $5,000.00 para alguien que gana $100,000.00 al mes, que para alguien que gana $8,000.00 también al mes).  Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre ambas: mientras en los actos de corrupción se participa buscando acceder a algún tipo de beneficio (ya sea un permiso que no te correspondería o un servicio al que tienes derecho pero que, si no “te pones la del Puebla”, no vas a acceder), en la extorsión hay un componente de violencia que se ejercerá en caso de que la o el extorsionado no pague (violencia física, daño a tu propiedad, daños en tu actividad económica, tus libertades o tu reputación, por citar algunos ejemplos).
  3. Datos, datos, datos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2023, del INEGI, durante 2022 la extorsión fue el tercer delito más frecuente en México con una tasa de 5,056 casos por cada 100,00 habitantes, sólo detrás del fraude (tasa de 5,770) y el robo o asalto en la calle o el transporte público (tasa de 5,689).  Por su parte, el Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República, señala que entre 2018 y 2023, la extorsión tuvo una tasa media de crecimiento anual del 26.02%. Y eso que, a menos que se materialice la amenaza de la que se es objeto, ¡la extorsión suele ser de los delitos que menos se denuncian!
  4. Yo, tu, el, nosotros, ustedes y ellos extorsionan.  En su libro “La economía de la extorsión. El lastre que despoja a México” (Debate, 2020), Luis de la Calle señala que la extorsión le “pega” más a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPYMES) -que aportan alrededor del 40% del PIB y generan 8 de cada 10 empleos en México-, ya muchas deciden no crecer (y generar más empleos) o, de plano, quedarse en la informalidad, con tal de no llamar la atención pues, en cuanto lo hacen, les “caen” para extorsionarlos lo mismo los criminales (derecho de piso o secuestro), el gobierno (inspecciones de Protección Civil, Seguridad e Higiene, Normatividad o, al momento de transportar sus insumos y productos, Tránsito) e, incluso, otras empresas.  De esta manera, con la extorsión se pierde tanto por lo que ilegalmente les quitan a las unidades económicas como por las oportunidades que se pierden cuando, ante el temor de ser aún más extorsionadas, éstas deciden no aprovechar.
  5. ¡Ahí está el detalle! La extorsión está tan extendida en México que, al igual que a la Hidra mitológica, pareciera que por cada cabeza que se le corta, le crecen dos nuevas.  Sin embargo, tal como el resto de los fenómenos sociales, su generación y consolidación depende de que tenga un entorno favorable que, entre otras características requiere que, cuando la víctima acuse, no pase absolutamente nada.  Dicho de otra manera, donde la impunidad está tan arraigada que se cree que no vale la pena denunciar y, en caso de que alguien denuncie, la posibilidad de que la o el extorsionador sean castigados tiende a cero.  El detalle es que, según el Índice Global de Impunidad 2020 (IGI), México está en el top 10 de los países con los niveles más altos de impunidad.

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